martes, 11 de junio de 2013

Allan McDonald: La caricatura la entiende todo el mundo



Allan McDonald, quien hoy recibe en Ginebra, Suiza, el premio “Protección de los Periodistas y la Libertad de Prensa 2013” que otorga la Asociación Press Emblem Campaign (PEC), una organización que agrupa a 145 países del planeta.

Norman Allan Sauceda, como se llama en la realidad, representa este día a Honduras en un evento mundial que le otorga un galardón por su vida y obra en el mundo de la caricatura.

‘‘El premio nunca se lo dan a caricaturistas, sólo a periodistas y por eso tiene mayor significado para mí’’, dijo McDonald en una conversación con Proceso Digital:

¿Cuántas horas diarias te dedicas a dibujar?

Unas 15 horas. Desde que me levanto hasta que me acuesto es a dibujar, no hago más cosas y duermo cinco horas, y de ahí, el resto de tiempo como o hago otras cosas.

¿Cuántos trabajos tienes?

Tengo cuatro trabajos. En ‘Le Monde Diplomatique’ sólo hago ilustraciones, en el ‘New York Times’ sólo hago caricaturas, hago una portada cada 15 días para el periódico ‘Punto Final’ (Chile) y hago una caricatura semanal para ‘Contrapunto’ (El Salvador).

¿Y ese apellido McDonald? ¿Tiene algo que ver con las comidas rápidas?

Siempre he dicho que aunque tenga nombre de hamburguesa no me corre salsa por las venas, haciendo una parodia de las hamburguesas. Me molestaba en el sentido que cuando me pagan con cheque me mandan los cheques al restaurante. La gente en otros países sólo dicen McDonald, Honduras, Centroamérica… no me ponen Allan McDonald, entonces en cierta forma me afectaba, pero por otro lado me ayudaba en el sentido que ya tenía una marca. Mi papá llevaba el apellido McDonald, pero yo legalmente no lo tengo.

¿A quién o qué has querido dibujar y nunca has podido?

Pocos temas para mi han sido tabú, casi todo he dibujado.

Sin embargo, cuando me han buscado para hacer un trabajo de un desnudo de una persona. No se me ocurre, nunca lo he podido hacer, lo veo fuera de mi orden natural de dibujante.

Hubo otra vez que alguien me dijo que le dibujara a Pijiriche (mascota que acompañan sus dibujos) en la espalda. Una mujer me dijo que amaba tanto a ese perro que quería tatuárselo en la espalda y yo me negué porque no creo que contribuya en algo un dibujo mío que vaya pegado para siempre en la piel de una persona.

¿Te consideras pudoroso?

Claro., soy moralista para dibujar, a la hora de pensar es que soy desbaratado, mi mente es bien liberal.

Si te pido una caricatura relacionada al país ¿cómo sería?

Ahora te pondría una página negra con un punto blanco en el centro, como si estás en un túnel y al final ves la salida, yo así percibo a Honduras. El país está cambiando mucho, en un año yo veo a una Honduras diferente.

¿Te consideras el mejor caricaturista de Honduras?

Sí, lo sigo siendo. En el fondo he trabajado para eso. Desde que estaba niño me planteé eso, yo miraba las caricaturas en los periódicos y los dibujos de mis colegas no me provocaban ningún sentimiento ni de risa, de ni llanto, ni de nada, miraba una caricatura simple.

Luego me puse a estudiar, a leer, a dibujar diariamente… fue un trabajo muy fuerte a esa edad. Desde los 9 años ya hacía caricaturas. Cada libro que leía me servía para sacar muchas lecturas porque más bien los estudiaba. Me puse a leer sociología, antropología, filosofía… cosa curiosa porque no me puse a leer noticias por eso mi caricatura está enfocada en lo social y más que en el humor.

No tiene ningún mérito ser el mejor caricaturista de Honduras porque hay muy pocos, somos siete u ocho en total.

En Honduras, ¿quién ocupa otro peldaño como gran caricaturista?

Para mí, Banegas (Ángel Darío) es un gran caricaturista. Él debe tener sus métodos para serlo.

¿Cómo es la construcción de tu caricatura política?

Primero en el dibujo. Si te fijas yo dibujo monstruos, gente monstruosa… raras veces dibujo personajes porque me desprestigia dibujar diputados o candidatos a la presidencia. Yo represento esas figuras como metáforas monstruosas, y eso les duele.

Aquí los políticos te compran las caricaturas, te las compran en el sentido no de pagarte, sino que las compran para coleccionarlas en la casa. Sin embargo, al ver un monstruo no la compran. Que le saquen la nariz grande a un personaje no les ofende, que lo saques como ladrón tampoco los ofende, pero que lo dibujes como un monstruo eso sí les ofende.

Ellos (políticos) se sienten ofendidos al no poderle entender a las caricaturas. Trato que mis caricaturas no sean entendidas por ellos… la gente del pueblo, albañiles, obreros, talabarteros, zapateros… ellos se ríen.

¿Te reclamó alguna vez un político por tus dibujos?

Muchos me han reclamado, pero recuerdo especialmente a Carlos Roberto Reina (presidente de Honduras 1994-1998) él me reclamaba fuerte y decía que era enemigo de la revolución moral, me lo decía públicamente.

Otros presidentes te dan ‘‘una segunda oportunidad’’ y te dicen mira vamos a arreglar, hablemos, te voy a ayudar con algo.


¿Ya dibujaste tu mejor caricatura?

Todavía no la he hecho, sigo trabajando y pensando físicamente… hace unos días hice una caricatura donde aparece Carlos Marx comiendo con todos los pobres del mundo como una última cena… hasta el día de hoy creo que es una de las mejores que he dibujado.

¿Cuál es el público de la caricatura?

La caricatura la entiende todo el mundo aún los analfabetas, por eso trato de poner menos texto en mis trabajos. La gente no lee editoriales, eso es una pérdida de tiempo y los que lo hacen son los seudo intelectuales que son tres o cuatro… es importante saber que los seudo intelectuales no son gente de cambio. El mundo avanza cuando los albañiles entienden las cosas y deciden cambiarlas.

¿Qué se siente ir a Ginebra a recibir un premio de talla mundial?

Nunca he recibido un premio de esta categoría. Había recibido premios pequeños como los que da la Casa Presidencial y el Congreso Nacional, y en mis discursos he cuestionado el sistema.

En Ginebra tampoco variaré mi discurso.

¿Tienes idea de cuántas caricaturas has hecho?

Creo que más de un millón. Hago caricaturas para periódicos, libros, cuentos, documentales, entre otros.

¿Honduras es una caricatura de país?

Sigue siendo una caricatura de país, nunca como hoy el país está en una encrucijada brutal.

¿Te has auto retratado en una caricatura?

Nunca me ha dado curiosidad por hacerlo. Una vez fui a una convención de artistas y alguien hizo una caricatura y me la pasó… me sentí incómodo porque no tengo el mejor físico para una caricatura.

Sigo viendo al ñeco que es hincha de la Selección de España 82, pero ya fuimos a otro mundial, ¿qué pasó, se congeló tu personaje?

Se trata de un mal entendido porque no se trata que sea hincha de España 82. Cuando inventé el ñeco, dos meses después, la Selección de España 82 vino a Santa Lucía, lugar donde vivía.

Un día, Fernando ‘Azulejo’ Bulnes me regaló una camiseta que decía España 82… la camiseta nunca la usé y se me ocurrió regalársela al ñeco… desde entonces la usa y quedó inmortalizada.

¿Si don Víctor se suicida a las tres de la tarde, qué día escogerías vos para hacerlo?

Escogería el mismo sábado, me parece que es el día ideal. Un sábado a las tres de la tarde el mundo se paraliza, no hay nada para hacer, es una hora triste y en la que el mundo no tiene sentido.

¿A quién nunca dibujarías y por qué?


A Salvador Nasralla. Me parece que dibujarlo a él, automáticamente se va por el cliché de su personalidad y eso te activa el morbo y eso yo no lo tengo. Pienso que él tiene cualidades, errores, pero no está en el morbo de la gente.

Otro personaje que nunca dibujaría es al Primitivo Maradiaga porque los caricaturistas han hecho morbo de su personalidad física y yo no sirvo para eso, para mí el hombre vale por otras cualidades.

¿Qué sientes cuando dibujas?

Siento que te estás vengando ante la vida, estás saldando cuentas con el personaje que estás dibujando, con la historia del personaje… y lo otro es saber que la gente se ríe y piensa con un dibujo tuyo.

¿Para quién va dedicado el premio?

Para Abril (su pequeña y única hija).

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