viernes, 12 de octubre de 2012

Morazán, Centroamérica y la Juventud



Por Pablo Portillo de Jesús *

El 21 de marzo de 1936 se reunió en San Salvador la novena legislatura Federal  y ante ella Morazán rindió el informe de su gestión administrativa como Presidente reelecto de la Federación,  en esta ocasión destacamos, entre otros, los siguientes puntos:

“El tratado para la apertura del Canal de Nicaragua con la colaboración del gobierno holandés no fue posible suscribirlo por dificultades con el gobierno  de Inglaterra  y por la Imposibilidad de rescatar la soberanía de Centroamérica sobre Belice por la oposición irracional del gobierno del Reino Unido”.

Reconocimiento de los siguientes derechos humanos: “libertad de cultos, inviolabilidad de la correspondencia, libertad de prensa, libertad de palabra y de asociación”. También reiteró la importancia de la paz, la integridad de las instituciones, la devolución de Belice  al dominio de Centroamérica, etc.

Con respecto a la educación de la  juventud expresó: “La educación de la juventud de esa porción escogida para regir algún día los destinos de la República, ha merecido muy particularmente la atención del gobierno. Un pueblo que, rompiendo las cadenas de la esclavitud, se arroja en el camino de la libertad, no puede marchar sin tropiezos por él”.

Al referirse a la educación dijo: “Hablo de la sencilla educación popular que… es el alma de las naciones libres”. Además hablo de la necesidad de la educación del pueblo para la vida de la democracia. etc.; pero no habló de la “democracia secuestrada”.

El 1 de febrero de 1839 concluyó el segundo periodo como Presidente de Centroamérica, al respecto Lorenzo Montufar ha afirmado que las revueltas internas de Guatemala impidieron que se hicieran elecciones para renovar las autoridades federales; “la unión estaba rota, la república había muerto”.

La Asamblea Legislativa salvadoreña conoció los resultados de las elecciones practicadas para los cargos de autoridades supremas, y el 8 de julio de 1839 declaró electo Jefe de Estado a Francisco Morazán, cargo que desempeñó hasta el 8 de abril de 1840.

Las fuerzas reaccionarias de Centroamérica se movilizaron nuevamente contra los sectores partidarios de la paz; el 15 de septiembre de 1839 Morazán salió de San Salvador y, los reaccionarios al conocer su ausencia, secuestraron a su esposa y a toda su familia e hicieron saber a Morazán que los rehenes  serían ultimados si no abandonaba el cargo.

Morazán respondió a los reaccionarios: “Los rehenes que mis enemigos tienen en su poder, son para mí sagrados y hablan vehemente a mi corazón; pero soy el  Jefe del Estado y mi deber es atacar. Pasaré sobre los cadáveres de mis hijos, haré escarmentar a mis enemigos, y no sobreviré un solo instante a tan escandaloso atentado”. Morazán atacó con rapidez  y rescató a su familia.

El 8 de abril de 1840 Morazán reiteró  una vez más su amor a la unidad centroamericana, al abandonar voluntariamente el cargo de Jefe de Estado de El Salvador y se marchó al exilio a fin de evitar que las fuerzas reaccionarias y los miembros del clero  pusieran de pretexto su persona para combatir la unidad de la región.

Al retirarse de su cargo Morazán fijo su domicilio temporal en David, antes perteneciente a Colombia y allí escribió su célebre Manifiesto de David, el 16 julio 1840, y en él denunció a la cúpula de la iglesia católica, especialmente al sacerdote y  marques Juan José de Aycinena por hacer causa común con los  enemigos de la unidad centroamericana.

“No es vuestra patria (les dijo) porque en 1812, que por primera vez se ventilaron los derechos de los americanos, vosotros hacías de injustos jueces, de viles denunciantes y de falsos testigos contra los amigos de la independencia”.
“Es nuestra patria (señaló), porque en la misma época nosotros difundimos ideas de libertad y de independencia en el pueblo, sin que vuestras amenazas nos arredrasen ni nos intimidase la muerte”.

El Presidente de Perú, Mariscal Gamarra, le envió una carta a David invitándolo para que se hiciera cargo del Ministerio de Guerra; declinó esta invitación y tuvo la delicadeza para no decirle que la espada de Morazán  solo estaba al servicio de la libertad, la independencia y unidad de Centroamérica.

En esa misma época partió a Lima donde permaneció cuatro meses en aquel país; pero al tener conocimiento que en Centroamérica ocurrían nuevos hechos extraordinarios pues, el 12 de agosto de 1841, el superintendente inglés de Belice exigió al comandante del Puerto de  San Juan del Norte que reconociera al jefe que los británicos habían designado. 

Tomó la decisión de regresar a su patria, llegó al puerto de la Unión de El Salvador y, desde allí, envió un mensaje a los gobernantes de la  región el 16 de febrero de 1842 titulado “Manifiesto contra el colonialismo británico”, en donde les proponía: “señálesenos el lugar que debemos ocupar y el jefe a quien debemos obedecer”. 

Y finalizó su mensaje con estas palabras: “Si a los centroamericanos se les coloca entre la humillación y la guerra, elegirán siempre el último partido aun cuando tengan la certeza de no poder salvar más que el honor”.

El 15 de septiembre de 1842, las fuerzas reaccionarias de Centroamérica lo asesinaron en San José de Costa Rica; uno de sus últimos pensamientos fue para la juventud a quien encomendó la liberación de su patria. 
“Alta es la noche y Morazán vigila” (Pablo Neruda)
*Profesor de Educación Superior, Tegucigalpa, Honduras

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