miércoles, 3 de octubre de 2012

El Socialismo Morazánico-Vallista y de Lempira y la Honduras del Siglo XXI




Dra. Phil. Irma Becerra

"Nuestra revolución tendrá que ser esencialmente democrática. Y su hora está por sonar,

pese al pesimismo y a todas las maniobras

y designios de las fuerzas obscuras que pretenden impedirla...”

                                         Alfonso Guillén Zelaya citado por el Doctor Juan Almendares Bonilla en su discurso de inauguración del II Encuentro de la Comunidad Universitaria, publicado por la Editorial Universitaria, Colección Cuadernos Universitarios, mayo de 1981, pág. 16.


“El socialismo no es un sueño imposible. Es el próximo paso del proceso de evolución social. Su hora ha llegado”

Leo Huberman, El ABC del Socialismo, 1972, pág. 81.

1.- Esencia del Socialismo Morazánico-Vallista y definición
A raíz de la publicación de mi libro “Filosofía de la Resistencia”, donde hablamos por primera vez del concepto de socialismo morazánico-vallista, algunos compañeros se han preguntado por qué hemos incluido a José Cecilio del Valle si fue un prócer tan conservador. ¿No será que hemos retrocedido en nuestros principios y valores políticos progresistas? En primer lugar, explicaré que las críticas vertidas a Valle en mi respectiva conferencia aún continúan vigentes y son plenamente válidas [1]. En ese sentido, Valle continúa siendo quien no se atrevió a consumar una plena independencia del reino de España y permaneció siempre ocupando una plaza a su servicio, a diferencia de Morazán, quien dió su vida y sus bienes por la causa de la revolución independentista centroamericana.

Sin embargo, en nuestro libro “Filosofía de la Resistencia” hablamos del socialismo morazánico-vallista porque hemos encontrado que en la actualidad se precisa unirnos al liberalismo antigolpista para crear una concepción política de nuevo tipo que vaya más allá del divisionismo que caracterizó en su tiempo a estos dos próceres hondureños y que impidiese pudiéramos avanzar en la soberanía de Centroamérica frente a todos los imperios posibles. De ahí que hablemos de la conformación de la dupla socialista que une al morazanismo con el vallismo más consecuente, sin negar el papel de otros héroes nacionales [2]. El nuevo vallismo es el que describe contradicciones del desarrollo, especialmente respecto a la desigualdad natural entre los hombres y posibles formas de antisocialidad que debemos superar en todo el continente americano frente a los nuevos imperialismos actuales. Este vallismo liberal también ha entregado su vida por la liberación del país como ocurrió con el funcionario liberal del gobierno de Manuel Zelaya, Luis Rolando Valenzuela Ulloa, asesinado por denunciar datos concretos de la complicidad empresarial-político-militar y la injerencia estadounidense en el golpe de Estado en Honduras. Por eso el libro “Filosofía de la Resistencia” está dedicado a la memoria de Valenzuela. En este sentido, vale recordar las palabras de José Cecilio del Valle acerca de la desigualdad: “La igualdad de intereses mantiene la unión, conserva la justicia y hace la felicidad de todos; si no hay equilibrio, la desigualdad hace unos más ricos y poderosos que otros, que unos dominen a otros; que unos sean opresores y otros oprimidos...” (Valle citado en Informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, 2011: Epígrafe).

De otra parte en el libro “Filosofía de la Resistencia” hemos tratado con especial profundidad teórica el problema de la superación de las desigualdades impuestas por la naturaleza al hombre. Sobre esto señalamos lo siguiente:: ...dicha “desigualdad en las necesidades” no es tal; se trata más bien, de un sistema diferenciado de la producción que se regula en base a la capacidad de cada quién al mismo tiempo que se le otorga a cada quién la oportunidad de desarrollarse. Es decir, la aparente desigualdad que surge del proceso de las necesidades naturales es contemplado y compensado con la oportunidad material de abrirse espacio y abrirse campo en una sociedad organizada de forma justa, y en la que nadie puede ya aprovecharse del trabajo y el tiempo de otros” (Becerra, 2012a: 22).

Planteamos que la única base posible del socialismo morazánico-vallista es su política del total pacifismo que afianza la paz y la prudencia de la lucha contra el capitalismo en todas sus formas, especialmente en su forma imperialista actual que utiliza la violencia y el militarismo contra los pueblos. En este sentido, ¿qué concepción de socialismo tenemos desde la Filosofía de la Resistencia? Pues, un socialismo morazánico-vallista que es democrático progresivo porque atiende a la evolución social e histórica basándose en los siguientes principios:

Incorpora la unidad popular [3] que no pudieron forjar Francisco Morazán y José Cecilio del Valle en su tiempo, al unir las tendencias morazanistas con el liberalismo antigolpista.
Tiene el espíritu de las leyes del revolucionario iluminista Francisco Morazán con el que advirtió acerca de las contradicciones inherentes al desarrollo, José Cecilio del Valle, y la lucha inclaudicable de Lempira contra el esclavismo y el colonialismo.
Defiende la educación popular morazanista en la que rige el principio de la transmisión de los conocimientos del que mejor sabe a los demás; mientras que también defiende el principio de la instrucción vallista para superar las desigualdades impuestas por la naturaleza.
Establece el imperio de la Constitución en base a la soberanía popular y el imperio del internacionalismo pacífico aunque cuidadoso y prudente.
Une las tendencias revolucionarias con las liberales más consecuentes, estableciendo el principio universal del sacrificio de la propia vida y los bienes ante el deber universal de la revolución pacífica en Centro América.
Remite al socialismo primario de Lempira y nuestros antepasados indígenas. Como ha dicho la compañera Berta Cáceres del COPINH: “El socialismo debe ser lo que nos inspiran nuestros antepasados, el respeto a la tierra, a las cosmovisiones y diversidades, debe ser de colores, ecologista, que ante las necesidades humanas guarde el equilibrio frágil con los demás seres, formas de vida, de los bienes comunes de la naturaleza, de la humanidad y el planeta entero; una sociedad superior, emancipada del patriarcado y de las estructuras que lo sostienen. Desmontando el capitalismo y sus discursos de “democracias”, “economías verdes”, “respeto a los derechos humanos”...cuando ese sistema es el opresor. El socialismo debe ser alegre, rebelde, en permanente construcción y crítica, no exclusivo de señores de espacios y mentes cuadradas y palabras incomprensibles para la inmensa población empobrecida y saqueada; no debe ser de señores que golpean a sus mujeres mientras en el escenario hablan de justicia. Un espejo donde nos veamos todas y todos y ¡digamos ahí estamos!, gays, lesbianas, trans, intersex, bisexuales, creyentes y no creyentes, niñas y niños, de artistas locos y locas y cuerdos, de pueblos indígenas y negros, campesinado, barrial, de la calle, de la esquina, del monte, intelectuales, jóvenes, sabias y sabios, de quienes salieron obligadamente del país, reconociéndonos que somos diversos y diversas y que eso precisamente es lo que nos enriquece como sociedad, no una diversidad acéfala, sin horizonte, al contrario cobijadas bajo objetivos definidos, transparentes y desde abajo y aportándole a una nueva sociedad que nos dignifique como seres humanos. Debe ser soberano, propio, nuestro, no copia, no calca. De amor y humanidad profunda, sin aburrimientos, fresco, distribuyendo con equidad y justicia. De justicia, libertad, dignidad. Con memoria histórica. Una sociedad descolonizada del racismo, del fundamentalismo y del odio. No sabemos cómo se llame o nombremos, le llamaremos por el nombre que a cada quien le guste o le parezca, pero todos encaminados hacia ese horizonte irrenunciable y definido a la vez...socialismo, cosmovisiones y principios indígenas y negras, feminista, de las mujeres, refundación, cristianismo, socialismo-eco-feminista...liberación, transformación...o todas y más a la vez; lo que sí sabemos es que debe nombrarse dador de vida en todas las formas, no puede ser contrario a esto. Sí, histórico, Morazán y Valle, pero antes estuvo Lempira, conviviendo en territorios de diversos idiomas, artes, territorios comunitarios, agua, bosques y aire sin dueños; conocimientos antiguos, rebeldes. Sin mercantilización de la naturaleza y la vida, echándoles carrera a los invasores, al proyecto de muerte y opresión, sin vacilar...Qué más vigente que esto en el camino hacia la liberación y el socialismo y en el socialismo. No leímos a don Carlos Marx, Engels, Lenin, Luxemburgo, y no sabemos quiénes más, pero creemos que se sumarían hoy a esta colosal idea y lucha dulce y pacífica” (Cáceres, 2012: 1-2).
Mantiene la utopía social como ideal y sueño realizable materialmente en el mundo. Como ha señalado Heinz Dieterich Steffan: “El programa de cambio hacia la sociedad poscapitalista tendrá que mediatizar los objetivos estratégicos del Nuevo Proyecto Histórico con las relaciones de poder existentes, de manera que las demandas inmediatas de la programática y de la lucha cotidiana reflejen los objetivos del futuro, mientras que éstos dejen de ser postulados abstractos para adquirir potencial de lucha en la realidad cotidiana. El futuro se vuelve fuerza del presente y el presente se vuelve paso hacia el futuro; realismo y utopía generan la programática y praxis emancipadora” (Steffan, 2012: 59).

El socialismo que vamos a establecer y queremos para nuestra patria es un socialismo democrático progresivo que tiene cuatro basamentos fundamentales:

La revolución socialista pacífica que va más allá de la simple reforma del capitalismo.
El constitucionalismo real que ejerce justicia concreta y no sólo la simple igualdad formal ante la ley.
Es un socialismo que es ético y cívico en el que las personas se respeten unas a otras y ha desaparecido la desigualdad social, cultural y económica.
Y, finalmente, la implementación y aplicación de la justicia material concreta que da a cada quien lo que se merece y más; y recibe de cada quien según su tiempo y espacio.

Además de lo anterior mencionaremos los principios del socialismo morazánico-vallista en los siguientes términos:

Disolución de los bloqueos mentales que impiden la evolución hacia una concepción unificada entre patriotas y liberales antigolpistas para el resarcimiento de las víctimas de violación a los derechos humanos.
Reinterpretación de la historia hacia la construcción y protección de la memoria en busca de la verdad como mediación pedagógica o enseñanza vital con la finalidad de capacitarse para no repetir errores.
Condena y juicio político a los corruptos y violadores de los derechos humanos a través de la imposición libre del principio de honestidad en el imperio de la ley. Como señala el intelectual venezolano Edgar Perdomo Arzola: “Un verdadero socialista mantiene siempre vínculos profundos de solidaridad con el pueblo, estudiando su problemática, reflexionando; valorando de forma determinada su actuación e influencia en las masas. Analizando siempre los vínculos orgánicos de los diferentes niveles del poder público, con los proyectos comunitarios. El militante socialista debe siempre actuar por principios porque la derecha siempre actúa por intereses. Un revolucionario puede llegar a perder todo, la libertad, el empleo, la vida. Pero lo que no debe perder nunca es la moral. Un dirigente corrupto, desmoraliza la causa revolucionaria que dice defender. Abonándole el terreno a la oposición...El revolucionario socialista es un servidor público, dispuesto a dar su propia vida para que otros tengan vida. No debe sentirse humillado por no estar en el poder” (Como saber si se es socialista, 2012: 1).

2.- Las características y perspectivas del Socialismo Morazánico-Vallista 
El socialismo, como ha señalado el compañero Longino Becerra, no es una ideología ni un gobierno ni una forma de Estado. Es la forma de evolución de la historia por eso no tiene principio ni tiene fin, va simplemente guiando el proceso de hominización de la persona humana (Compárese con Becerra, 1996: 143-144). El socialismo morazánico-vallista tiene como característica principal la negación de toda forma de explotación neocolonialista e imperialista del territorio hondureño y centroamericano no sólo a través de la praxis política concreta sino, además, a través de una concepción filosófica de defensa total de la dignidad humana que propone siempre la vida en todo su desarrollo humanizado como ideal de la Humanidad. Por eso parte de toda la tradición de lucha por la liberación que se haya dado en el mundo contra las fuerzas oscurantistas, aristocráticas, elitistas y oligárquicas que significan privilegios para unos pocos y miseria para las mayorías. El socialismo morazánico-vallista se basa también en la unidad indisoluble entre los pueblos para fortalecer y procurar la justicia social garantizada por los actos prudentes de los ciudadanos y el espíritu de las leyes. ¡Por eso no claudica ante la impunidad, la muerte, la ignorancia y la violencia!

Características fundamentales de nuestro socialismo pueden también ser las siguientes:

“Poder ser interpretado y puesto en práctica por cualquier individuo decente y responsable en nuestra sociedad.
Permitir que las acciones individuales responsables repercutan en el beneficio colectivo.
El Capital debe ser social (Marx), en razón de su utilidad, como también los medios de producción, respetando por supuesto la necesidad de los individuos de ser reconocidos por sus logros.
Es de extrema importancia, que todas las ramas de la ciencia aporten conocimientos para la construcción del nuevo sistema.
Crear y generar nuevos modelos de medios de producción, ante la necesidad inminente de evolución y crecimiento de nuestra humanidad.
Debe permitir relacionarnos con cualquier otro modelo diferente al socialista, de lo contrario, solo estaríamos creando una isla en medio de un océano.
Permitir a la sociedad acceder, manejar y supervisar el uso del capital para resolver sus necesidades.
Reinventar y adaptar la estructura y conformación de los poderes del Estado a estos tiempos.
Crear un sistema de acceso público y gratuito, basado en el uso de las nuevas tecnologías, que permita a la ciudadanía hacer seguimiento a la resolución de los problemas de la comunidad, ejecución de obras, denuncias, etc.
Que las áreas de salud, educación, empleo, acceso a vivienda, administración de justicia y seguridad, sean áreas vivas, es decir, se modifiquen constantemente, se reinventen, dinamicen y ejecuten efectivamente sus tareas, si bien es cierto que debe haber períodos de estabilidad institucional, esto no debe ser excusa para no aplicar nuevas estrategias o cambios de fondo y forma.
Sistema alternativo de elecciones con participación de múltiples partidos, tendencias y corrientes, es decir, abolición del partido y el pensamiento únicos, y aplicación del referéndum revocatorio.
Sistema de reconocimiento de la diversidad cultural, sexual y de pensamiento” (EntreEconomia.com, 2008: 1) [4].

Otras características del socialismo nuestro podrían ser las siguientes:

“Propiedad Social sobre los medios de producción. Puede ser estatal, cooperativa o asumir otra forma.
Existencia de clases sociales, aunque ya no son antagónicas. Las clases sociales tienden a desaparecer.
Relaciones sociales de producción son de cooperación y ayuda mutua, basadas en la propiedad social de los medios de producción y desarrollo de las fuerzas productivas.
No existe explotación del hombre por el hombre ni el lucro.
Producción de satisfactores y dejan de producirse mercancías.
Finalidad es la satisfacción de las necesidades sociales y no la obtención de ganancias.
Planificación central de la producción, desapareciendo la anarquía capitalista.
No hay crisis económicas debido a la planificación.
Dicha planificación permite la desaparición del desempleo y la inflación.
El desarrollo de la ciudad y del campo y las diferentes zonas y regiones neo económicas tiende a la armonía gracias a la planificación.
No existe la contradicción del capitalismo (producción social y apropiación privada) porque existe la producción social y la apropiación social del producto” (Características, 2012: 1)

Es un socialismo que aboga por los siguientes actos concretos para nuestra realidad:

Depuración completa de la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio Público para acabar con la falta de justicia y la impunidad en el país y en la sociedad hondureña.
Supresión y abolición del ejército y las Fuerzas Armadas de Honduras y utilización de su presupuesto en aspectos sociales de beneficio para la población.
Desarme total de la población civil y de efectivos militares, con excepción de la policía profesionalmente formada para la contención de la delincuencia y el crimen.
Prohibición total de venta y compra de armas. Abolición de la tienda “La Armería” y todas sus sucursales.
Despenalización de la droga y su legalización para evitar el negocio ilícito y la complicidad con los narcotraficantes nacionales y extranjeros que utilizan nuestro territorio como puente hacia Estados Unidos de América.
Desmantelamiento de las bases militares estadounidenses y retiro inmediato de estas fuerzas extranjeras imperialistas.
Abolición total de cualquier ley que permita la venta de nuestro territorio a extranjeros sin escrúpulos como es la venta y establecimiento de las llamadas “ciudades modelos”.
Nacionalización de los bancos y las empresas productoras más importantes del país como son las del café, azúcar, arroz, maíz, cemento, petróleo, etc.
Electrificación pública de todo el territorio nacional y configuración de una política social efectiva.
Saneamiento total de la administración de la educación pública, gratuita y obligatoria.
Saneamiento total de la administración de la salud pública, gratuita y obligatoria.
Eliminación total del crimen organizado, el secuestro, el sicariato, los nexos con el narcotráfico y otros desórdenes antisociales.

3.- La Filosofía Política del Socialismo Morazánico-Vallista
Se trata de una filosofía política que confía en las propias fuerzas del pueblo y de la población porque son fuerzas sociales reales que impulsan al movimiento popular. No es una invención ni una falacia, porque el socialismo no es una ideología sino la finalidad misma de la evolución histórica que por eso se puede concretizar y materializar. En este sentido rescatamos la concepción del socialismo en Marx, tal como la resume Erich Fromm: “La concepción del socialismo en Marx se desprende de su concepto del hombre. Ya debería ser claro que, según este concepto, el socialismo no es una sociedad de individuos regimentados, maquinizados, automatizados, independientemente de que exista o no la igualdad de los ingresos e independientemente de que estén bien alimentados y vestidos. No es una sociedad en la que el individuo esté subordinado al Estado, a la máquina, a la burocracia. Aunque el Estado como “capitalismo abstracto”, fuera el patrono, aunque “todo el capital social existente se reuniese en una sola mano, bien la de un capitalista individual, bien en la de una única sociedad capitalista”, esto no sería socialismo. En realidad, como dice muy claramente Marx en los Manuscritos económico-filosóficos, “el comunismo como tal no es el fin del desarrollo humano”. ¿Cuál es, pues, ese fin? Evidentemente, el fin del socialismo es el hombre. Es crear una forma de producción y una organización de la sociedad en que el hombre pueda superar la enajenación de su producto, de su trabajo, de sus semejantes, de sí mismo y de la naturaleza; en la que pueda volver a sí mismo y captar al mundo con sus propias facultades, haciéndose uno, así, con el mundo. El socialismo era para Marx, como ha dicho Paul Tillich, “un movimiento de resistencia contra la destrucción del amor en la realidad social” (Fromm, 2012: 1).

El socialismo Morazánico-Vallista con Lempira es un socialismo que:

Es un socialismo democrático porque en él no hay explotación ni desigualdad económica o social.
Es un socialismo soberano e independiente que protege y defiende el territorio nacional.
Es un socialismo constitucional que protege y defiende la Nueva y Completa Constitución de la República así como la Asamblea Nacional Constituyente.
Es un socialismo justo que elimina la impunidad y concede el resarcimiento a las víctimas de la violación a los derechos humanos.
Es un socialismo feminista porque defiende y protege los derechos de la mujer, los ancianos, los discapacitados y los niños.
Es un socialismo ecológico porque defiende y protege nuestros recursos naturales y la soberanía nacional.
Es un socialismo de la diferencia y pluriculturalista porque defiende y protege nuestros ancestros indígenas y nuestra raza mestiza así como el multiculturalismo y la diferencia de estilos de vida.
Es un socialismo de economía social democrática de mercado porque éste último está regido por la justicia económica, la cooperación, la complementariedad y la solidaridad de sus asociados.
Un socialismo de la Ética de reverencia por la vida que acaba con el culto y la estrategia de la muerte.
Es un socialismo cristiano porque siguiendo al Padre Guadalupe Carney, es la simbolización de la religión natural de los pueblos sin divisionismos de sectas o de iglesias. Sin embargo, la sociedad socialista como protagonista del sistema es soberana y laica. El sacerdote Camilo Torres afirmaba en Colombia a finales de los años 60's que “es necesario quitarles el poder a las minorías privilegiadas para dárselo a las mayorías pobres..., por eso la revolución no solamente es permitida sino obligatoria para los cristianos que vean en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el amor por todos...” (Revista Resumen de la Realidad Nacional, 1988: 54).
Es un socialismo sano que rechaza toda forma de perversión, abuso, acoso y vicio.
Es un socialismo republicano y federalista porque aboga por la unificación y liberación de las Repúblicas Unidas de Centroamérica y el Caribe.
Es un socialismo especialmente dirigido a fortalecer a la juventud y el espíritu juvenil en todas las generaciones y familias que integran la sociedad hondureña.
Es un socialismo relacional que elimina de manera total la prostitución de la mujer y su explotación o discriminación.
Es un socialismo utópico-científico porque pone la utopía del futuro al servicio del conocimiento del presente y el pasado.

4.- Socialismo y Democracia Participativa
El socialismo democrático es la unidad espiritual con la participación activa materialmente constituida del hombre con los demás y consigo mismo para poder expresar todos sus problemas y necesidades. La esencia del pueblo que así se manifiesta es la protección del legado de cada generación y de cada familia. El principio democrático en la historia y de la historia es el hecho de que se permitan todas las propuestas posibles y no únicamente aquellas que avalan y promulgan la simpatía por los líderes de la revolución. Como ha señalado Alfredo Torrealba: “Una sociedad democrática es anterior al Estado y al gobierno. La sociedad democrática constituye y limita estos ámbitos y le otorgan su identidad constitutiva, su capacidad de ejercicio en la gestión pública y las dota de una estructura de valores que es propia de la nación. Las fuerzas sociales en juego son protagonistas de las acciones del Estado, el cual optimiza la efectividad a medida que madura la participación ciudadana. Así mismo, la Sociedad Democrática presupone la existencia de mecanismos políticos idóneos para la autogestión del pueblo..., y así poder crear y desarrollarse según su propia iniciativa. Por otro lado, presupone la necesidad de educar a los ciudadanos para ejercer la ciudadanía y para participar de manera activa y protagónica en la gestión pública del Estado. Este escenario permitirá al hombre integrarse en su comunidad local, nacional e internacional. En una sociedad democrática, los derechos y libertades inherentes a la persona, sus garantías y el Estado Social y Democrático de Derecho y Justicia componen, definen, complementan y dan sentido y función al sistema político, al sistema de gobierno y a las fuerzas sociales que giran en torno de ella, ésta última se valdrá de los diversos tipos de autoridades y reglas públicas y privadas, para modular su propio comportamiento en cada circunstancia en base a los requerimientos de la razón, la justicia, la tolerancia y la solidaridad. Construir la sociedad democrática es llamar a la humanización, a la solidaridad, a la convivencia, al bien común, y la libertad, pero ellas no serían nada sin un sistema económico que permita al pueblo contar con recursos, posibilidades y oportunidades para poder decidir su futuro y marco de un proyecto colectivo. No obstante, también es un reto por cuanto cada ciudadano...es partícipe de éste compromiso día a día” (Torrealba, 2005: 1).

En este sentido, la sociedad socialista que proponemos es totalmente opuesta al capitalismo actual. Es una transformación radical de sus instituciones básicas así como de las relaciones fundamentales de poder, y no significa solamente un cambio en los estilos de vida y en la orientación del consumidor, sino que implica que la economía ya no esté vinculada al crecimiento económico y al aumento de los beneficios, sino a la eficiencia, la equidad y las mejoras cualitativas en la vida. Es decir, no es sólo una revolución cultural sino que del conjunto del sistema capitalista que coloca a la sociedad como protagonista integral de las relaciones sociales y productivas (Compárese con Bellamy Foster, 2005: 162). 

De ahí que implica una sociedad nueva que supera los golpes de Estado y su secuela de violaciones a los derechos humanos, despilfarro y corrupción. Implica una denuncia radical tal como señala Gustavo Zelaya en su excelente ensayo “Honduras a tres años de resistencia popular: “...De esa mara sanguinaria y golpista forman parte políticos reaccionarios, fanáticos religiosos, con sus leyes eternas y fusiles para aplastar a los que cuestionan su orden social. Son los que se inclinan serviles frente al imperio, entregan los recursos naturales y firman convenios de seguridad en nombre de una supuesta defensa de la democracia. Todos ellos, empresarios, políticos, religiosos y militares golpistas, tan impenetrables respecto a las ideas diferentes e intransigentes frente al argumento bien fundado, son responsables de asesinatos, del despilfarro de recursos naturales, de la entrega a los intereses norteamericanos y de la corrupción como procedimiento normal en todo el sistema judicial” (Zelaya, 2012: 2).

La sociedad nueva implica también la superación total del bipartidismo. Como señaló Xiomara Castro de Zelaya en su discurso de lanzamiento del 1 de julio de 2012: “El bipartidismo, representa la derecha hondureña, asesorada por el sector más reaccionario del imperio norteamericano, es la cara visible de estas fuerzas siniestras que desde la sombra imponen sus leyes, contratos y concesiones que nos sumen en el atraso y empobrecen a las grandes mayorías de Honduras. Nos han convertido en el país más peligroso del planeta; hoy estamos aquí para terminar de una vez por todas con esta situación; no más violencia, no más pobreza, no más hambre, ésta es la misión suprema de libertad y refundación; por eso ha nacido LibRe, para eso vamos a la toma del poder...”(Castro de Zelaya, 2012: 3).

5.- ¿Por qué los hondureños ya estamos preparados históricamente para el Socialismo?
Los hondureños estamos suficientemente preparados para el socialismo democrático porque el desastre de la economía neoliberal de mercado ha creado graves consecuencias de desigualdad, tal como se enumera en la siguiente lista: “Por encima de sus diferencias nacionales, la implementación del modelo neoliberal en América Latina se tradujo en el aumento de las desigualdades, la concentración económica y la exclusión de vastos sectores de la población. A lo largo de los '90, la puesta en marcha de este modelo excluyente se sostuvo sobre cinco ejes fundamentales: en primer lugar, las políticas neoliberales conllevaron una reformulación de la intervención del Estado sobre la sociedad, a partir del deterioro de los servicios públicos estatales y la privatización de los bienes básicos, lo cual profundizó la crisis en la educación, la salud y la seguridad pública. En segundo lugar, la política de privatización conllevó una crisis y desmantelamiento de las industrias nacionales, y finalmente condujo a la reprimarización de la economía, a través de la expansión de enclaves de exportación, desconectados de la comunidad local. En tercer lugar, la política de desregulación laboral se tradujo por la multiplicación de la informalidad y la consolidación de un modelo de flexibilidad laboral, que amplió enormemente las fronteras de la precariedad en América Latina. En cuarto lugar, frente a la ampliación de las fronteras de la exclusión, el Estado fue desarrollando estrategias de contención de la pobreza, por la vía de la distribución de ayuda social (asistencia alimentaria, programas sociales) a las poblaciones afectadas y movilizadas. Por último, el Estado se encaminó hacia el reforzamiento del sistema represivo institucional, apuntando al control de las poblaciones pobres y a la represión y criminalización del conflicto social” (Svampa, 2007: 9-10).

En este sentido tiene razón John Bellamy Foster cuando señala que el sistema capitalista actual está destruyendo al planeta entero: “Las fuerzas del mercado suponen un orden capitalista mundial sin control y dirigido a la acumulación de capital y crecimiento económico rápido sin tener en cuenta costes sociales o ecológicos. El principal problema que suscita este escenario es su relación de rapacidad respecto de la humanidad y la Tierra” (Bellamy Foster, 2005: 157).

¿Qué es, entonces, El Socialismo Morazánico?, según José Leónidas Martínez:

“Es un sistema de organización económica social y política.
es propugnar la propiedad pública de los medios de producción e intercambio,
es la distribución de los medios de consumo y los elementos básicos para la sobrevivencia de la especie.
Es compartir los bienes, el que tiene mucho con el que tiene poco o nada
es convivir en sociedad y no marginado
es colectividad social
es voluntad y patriotismo
es hermandad y amor por los demás
es amar a los demás como a ti mismo.
es ser libre de egoísmo, vanidad, y ambición personal.
es darle al pueblo lo que es del pueblo
es educación
es salud
es vivienda
es fraternidad y justicia social
es lealtad
es un balance social.
En el sistema socialista el pueblo es primero”.

6.- El Método de Transición al Socialismo Democrático
El método de transición al socialismo es progresivo y a través de la formación política. Ahora bien, ¿qué es la formación política? Es formación, en primer lugar, para vencer todo egoísmo y para ganar no seguidores sino personas conscientes de su propia valía y facultades. El método de transición al socialismo pasa por el desarrollo de liderazgos de nuevo tipo que poseen las siguientes funciones:

1. “La primera consiste en ayudar al pensamiento de otros. En parte consiste simplemente en identificar y señalar los problemas para los cuales resulta apropiada una acción política. Los problemas pueden ya existir en el sentido de que el bienestar público se encuentra sufriendo en algún aspecto, o bien el líder puede anticiparse a los problemas...A continuación, en este proceso de ayudar el pensamiento de otros, viene la etapa de analizar los problemas, de buscar sus causas, de indentificar puntos y medios de ataque más prometedores, de calcular los probables efectos de los diversos cursos de acción, de mostrar qué valores están participando en cada caso, y por medio de una perspicaz y dramática presentación, ayudar a los individuos a sopesar estos valores y a alcanzar opiniones sólidas desde el punto de vista de sus propios intereses. 

2. La segunda función del liderato, una vez que se han formulado las opiniones públicas, consiste en hacer posible que sean eficaces. El líder proporciona metas, conjunto de ideales, en cuyo apoyo pueden acudir las personas identificadas con ellos. El líder es un simple portaestandarte. Proporciona una bandera alrededor de la cual se pueden congregar, unir y organizar sus seguidores para una acción eficaz. Proporciona también una voz para expresar los puntos de vista generales. Es en verdad su representante...Finalmente el líder propone el plan de acción.

3. La tercera tarea del liderato es obtener el acuerdo de una combinación efectiva sobre una sola política en cada área de problema, y sobre un orden de prioridad entre los diferentes problemas. Suponiendo una falta de este acuerdo en primer término, resulta claro que habrá que hacer cambiar mentes y voluntades. En este caso, el líder debe iniciar y facilitar los cambios en los propósitos de grupo. Puede incluso modificar el propósito de su propio grupo. Puede persuadir a otros líderes a alterar sus propósitos y los de sus seguidores. O puede dirigirse directamente a los seguidores de otros líderes para ganar su apoyo para los fines de su grupo, o cuando menos para que estén más dispuestos a aceptar alguna modificación de su meta original. Mejor aún -y esto es aplicable al liderato dentro o fuera del grupo-, pueden descubrir y proponer medios para conciliar propósitos aparentemente contradictorios. Todas las artes de persuasión se combinan con el análisis intelectual para ayudar al líder en este papel. Una gran cantidad de comprensión es de incomparable utilidad para este tipo de liderato. Aún más allá de esto, existe una combinación de cualidades que caracteriza a los líderes más extraordinarios y que desafía el análisis: la denominamos “carisma”. 

4. Finalmente, aun después de lograr una gran área de consentimiento, hay necesidad de pasar a la acción. Para ello se requiere algo más que el beneplácito e incluso algo más que la voluntad; la voluntad ha de ser firme, debe haber determinación enérgica. Esta cuarta tarea de imprimir vigor en sus seguidores no es de ninguna manera la menos importante del líder. Sin duda, el grado en que hasta el líder de más talento puede lograr cumplir ésta o las precedentes funciones dependerá de otros factores que aquellos que son intrínsecos en él. Específicamente, los resultados serán consecuencia del grado en que los impulsos humanos se ha visto frustrados. Pero, concedida la evidencia de tal frustración, los líderes diferirán mucho en su capacidad tanto para canalizar como para comunicar energía al potencial latente. Entre los factores que determinarán su triunfo estarán su gran aptitud, su capacidad de apelar a las emociones básicas, su comprensión de los valores venerados por sus posibles seguidores, y su propia confianza en sí mismo y contagioso entusiasmo (necesarios para convencer a sus seguidores de que las metas son alcanzables)” (Pennock, 1967: 176-179). Todo ello, porque, compañeros, el socialismo es algo alcanzable en la historia y perfectamente posible. Tenemos, entonces, la digna tarea de hacerlo creíble para las personas. 

7.- La finalidad del Socialismo en la historia
La finalidad del socialismo es permitir la democratización de la historia y que los tiempos históricos se desenvuelvan dialécticamente de forma tal que vayan dejando una enseñanza pedagógicamente válida en cada vida individual. Es válida porque se puede comprobar en la práctica social como unificadora de intereses comunes de bienestar para todos y no sólo para unos pocos. Se crea así una nueva visión de la libertad, tal como la concibiese Carlos Marx: Para Marx, el fin del socialismo era la libertad, pero la libertad en un sentido mucho más radical que como la concibe la democracia existente: la libertad en un sentido de independencia, basada en la posibilidad del hombre para erguirse sobre sus propios pies, utilizar sus propias fuerzas y relacionarse productivamente con el mundo” (Fromm, 2012: 2). El socialismo así entendido es la unidad espiritual con la materialidad del hombre consigo mismo. El verdadero reino de la libertad supera, entonces, las necesidades básicas que constituyen una coacción de los fines externos; implica que el hombre se ponga de acuerdo en un fin común con la naturaleza: “las verdaderas necesidades del hombre son aquellas cuya satisfacción es necesaria para la realización de su esencia como ser humano” (Íbidem, pág. 3).

La finalidad del socialismo en la historia es hacer avanzar el progreso social a través del progreso político de las sociedades; lo que implica su maduración para que puedan recibir determinaciones del principio democrático de la participación activa en la toma de decisiones. Es, en consecuencia, lograr que las personas se integren en colectivos de resistencia unidos no por ideologías sino por la ética del bien común hacia un solo fin: la defensa y garantía de la justicia social institucionalmente organizada y fortalecida.: “esto significa que los fines espirituales del hombre están inseparablemente relacionados con la transformación de la sociedad; la política no es, básicamente, un campo que pueda divorciarse de los valores morales y de la autorrealización del hombre” (Fromm, 2012: 4).

Los fines de la historia y sus finalidades serán superar el individualismo propio de la propiedad privada y hacer surgir el verdadero individualismo socialista que protege la autonomía del sujeto sin que éste se sumerja en el egoísmo total. Según dijo Oscar Wilde “¿cómo es que el individualismo, que prácticamente depende de la existencia de la propiedad privada para su desenvolvimiento, pudiera beneficiarse con la abolición de la misma...cómo se beneficiaría el individualismo?” La respuesta es la siguiente: “El beneficio será éste. Bajo las nuevas condiciones, el individualismo será mucho más libre, más bello y más intenso que ahora. No estoy hablando del gran individualismo imaginativamente realizado por poetas...sino del gran individualismo real, latente y potencial del género humano en general. Pues el reconocimiento de la propiedad privada ha dañado realmente al individualismo y lo ha oscurecido, confundiendo al hombre con lo que él posee. Ha desviado totalmente al individualismo. Ha hecho su finalidad de las ganancias, y no del desarrollo. De manera que el hombre creyó que lo importante es tener, y no supo que lo importante es ser. La verdadera perfección del hombre reside, no en lo que el hombre tiene sino en lo que el hombre es. La propiedad privada ha destrozado al verdadero individualismo, y establecido un individualismo que es falso. Ha prohibido a la otra parte de la comunidad llegar al individualismo, colocándola sobre un camino erróneo y poniéndole obstáculos. En realidad, la personalidad del hombre ha sido tan completamente absorbida por sus posesiones que la ley inglesa trata las ofensas contra la propiedad de un hombre con mucha más severidad que las ofensas contra su persona, y la propiedad es todavía la prueba distintiva de completo derecho cívico. También muy desmoralizadora es la industria necesaria para hacer dinero. En una comunidad como la nuestra, donde la propiedad confiere inmensa distinción, posición social, honor, respeto, títulos y otras agradables cosas semejantes, el hombre que es naturalmente ambicioso, hace suya la meta de acumular esta propiedad, y sigue tediosamente acumulándola largo tiempo después de haber conseguido mucho más de lo que desea, o puede usar, o gozar, o quizás aún conocer. El hombre se matará trabajando a fin de asegurarse propiedades y, verdaderamente, considerando las enormes ventajas que trae la propiedad, uno no puede sorprenderse. Lo que uno puede lamentar es que la sociedad esté construida sobre bases tales que el hombre se vea encasillado sin poder desarrollar libremente todo lo maravilloso, fascinante y exquisito que hay dentro suyo; con lo cual, en verdad, pierde el verdadero placer y alegría de vivir. Se encuentra también muy inseguro bajo las condiciones existentes. Un comerciante rico puede estar -a menudo lo está- en cada momento de su vida a merced de las cosas que no quedan bajo su control. Si el viento sopla demasiado, o si el tiempo cambia de repente, o si sucede algo trivial, su barco se puede hundir, sus especulaciones pueden fallar, y se convierte en un hombre pobre, con una posición social que se le fue. Nada debiera poder dañar a un hombre más que él mismo. Lo que un hombre tiene realmente, es lo que está dentro de él. Lo que está afuera no debería tener importancia” (Wilde, 2012: 8. El subrayado es nuestro).

En este sentido, los ideales históricos del socialismo deben ser los siguientes:

La justicia, el deber, la solidaridad y la libertad. Por eso debe ser un ideal ético y moral que controla la gestión de la propiedad económica.
Se guía por sus propias fuerzas, es decir, confiere a la persona humana la autonomía necesaria para decidir acerca de su propio destino.
Ser un ideal social, cultural, político y filosófico que se basa en la interacción profundamente humanista y democrática de las relaciones humanas.
Ser el protector profundo del cultivo de los derechos humanos y su evolución histórica.

La finalidad del socialismo en la historia es la de integrar a la sociedad: “Integrar a la sociedad, pasa por una profunda lucha de clases. Para integrar a la sociedad es necesario acabar con el origen de la fragmentación social, con la posibilidad de que una pequeña fracción se apodere de la riqueza que pertenece a toda la sociedad. En otras palabras, para unir a los hombres es necesario acabar con las relaciones sociales que los desunen, y para acabar con esas relaciones sociales disociadoras, es necesaria una Revolución, que no es otra cosa, que una profunda lucha de clases. Recalcamos, la Revolución no se dirige contra los hombres, es una lucha profunda contra las relaciones sociales que los desunen. Hace falta que los revolucionarios emprendamos una gran campaña por la resocialización de la sociedad, por recomponer a la sociedad que el capitalismo ha fragmentado en egoísmos. Es importante que elevemos la conciencia de pertenencia a la sociedad. Que rescatemos los valores de lo social frente a los valores del egoísmo. Que el individuo espere de la sociedad, pero también se deba a ella. Es bueno recordar, que los cambios culturales, los cambios en la conciencia y en el espíritu deben entrelazarse con los cambios en las relaciones económicas. Un Pueblo que trabaja para sí mismo, es un Pueblo, es una sociedad que va camino de su resocialización” (Aponte, 2007: 2).

La finalidad más grande del socialismo en la historia es, además, la formación de la superpersona es decir, el hombre que decide ser virtuoso y no depende de la voluntad ajena. Ahora bien, ¿qué fuerzas interactúan para formar a la superpersona de nuestro tiempo? ¿Qué tareas posee la supersona? Pues, actúan en su formación las siguientes fuerzas históricas:

La fuerza de la idea democrática que abole toda forma de explotación y autoritarismos y defiende la solidaridad social.
La fuerza de la tolerancia que implica la democracia participativa ante la diversidad de opiniones y estilos de vida.
La fuerza de la responsabilidad y la autoresponsabilidad o responsabilidad por los demás y por uno mismo.
La fuerza de la autonomía individual y la voluntad para hacer el bien o teniendo el deber de hacer el bien.
La fuerza de la ética del que está cercano o es próximo.
La fuerza de la conciencia personal sobre uno mismo y sobre la realidad.

Se trata de fuerzas históricas que fortalecen y no debilitan la virtuosidad de la persona contra el vicio, el pensamiento único y la corrupción que da origen a la violencia y a la guerra. De ahí que la finalidad del socialismo en la historia es la paz lo que, según Jorge Luis Zarazúa, citando a Erich Fromm, implica “superar la escisión que nos separa de nuestros semejantes y de la naturaleza misma. El hombre deja de destruir a otro hombre. Es volver a encontrar la armonía, superando la separación y la alienación. Esta armonía va más allá de las relaciones humanas; es armonía entre el hombre y la naturaleza” (Zarazúa, 2012: 3). Por tanto, reafirmemos la vida con un socialismo comunitario que sepa distinguir bien entre los extremos políticos y culturales. El socialismo, compañeros, es una tarea permanente por conquistar la libertad y la justicia, por conservarlas y por merecerlas, por lo que debemos estar a su altura esforzándonos para lograr hacerlas realidad, porque el socialismo es la ciencia del ejemplo, que evoluciona continuamente. De hecho, como ha señalado Manuel Zelaya, “el socialismo es continua evolución con la que estamos comprometidos históricamente” (Congreso de Sociología, 2012: 2)

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[1] Véase la Conferencia “José Cecilio del Valle: Problemas de la autoconciencia nacional de un erudito”. Conferencia dictada el jueves 26 de febrero de 2009 en Choluteca, Honduras. Conferencia inédita.
[2] Véase la Conferencia “Esencia política de la Resistencia Nacional” dictada el jueves 18 de febrero de 2010 en el COPEMH. Conferencia inédita.
[3] Véase la conferencia sobre la Unidad de los pueblos y el legado de los próceres latinoamericanos. Bibliografía correspondiente.
[4] Hemos ampliado y reformado parcialmente la información obtenida de esta página de Internet. El original se puede consultar en la dirección disponible. Véase la bibliografía.

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