jueves, 25 de octubre de 2012

Algunas lecciones de Venezuela para las elecciones estadounidenses



Truthout

Por Antonio González *

En todo EE.UU., organizaciones como la mía están empeñadas en una carrera contra el reloj intentando asegurar que las comunidades minoritarias tradicionalmente marginadas estén registradas para votar y tengan igualdad de acceso a las urnas. Con presupuestos precarios y basándonos sobre todo en voluntarios, enfrentamos obstáculos que pueden llegar a ser aún más formidables si los tribunales confirman las leyes estatales de identidad de los votantes. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, demasiados ciudadanos estadounidenses (millones según algunos cálculos) podrían resultar excluidos –mediante injustos requerimientos de identificación, intimidación de los votantes y otras trampas como el cambio a última hora de la ubicación de los centros de votación– de las elecciones del 6 de noviembre.
En Venezuela, el Consejo Nacional Electoral (CNE) se involucró en una campaña similar a la nuestra, aunque con recursos humanos, financieros y técnicos muy superiores. No importa qué se piense del presidente venezolano Hugo Chávez y de sus políticas, podemos aprender de los logros del CNE, una rama independiente del gobierno venezolano que se creó en 1999. 
Desde su creación, el CNE ha registrado masivamente a los nuevos votantes y ha creado miles de nuevos centros electorales. Como resultado, la participación electoral en Venezuela ha aumentado consistentemente y ahora es una de las mejores del mundo. El 75% de los electores censados votó en las elecciones presidenciales de 2006 y un 81% participó en las elecciones del 7 de octubre. Más de los que votaron en cualquier elección en la historia de Venezuela y recibió elogios como un triunfo de la democracia por todas partes: la oposición, el gobierno, el CNE, y gobiernos y organismos extranjeros. 
El CNE también ha logrado mucho éxito en el registro de jóvenes y miembros de las comunidades tradicionalmente privadas de derechos, afro-descendientes e indígenes de regiones remotas y necesitadas del país. Además Venezuela aprobó una ley de amnistía en 2004 para naturalizar a su población inmigrante indocumentada (sobre todo colombianos y ecuatorianos, ¡un 10% de la población!). Como resultado, más de un 96% de los ciudadanos elegibles del país están ahora registrados para votar, en comparación con solo un 65% en EE.UU. 
Las elecciones en Venezuela –como en muchos otros países latinoamericanos– tienen lugar los domingos con el fin de posibilitar mayor participación. 
En contraste, la legislatura estatal de Florida acaba de prohibir la votación temprana el domingo antes del día de elecciones, una práctica que había llevado a que una cantidad significativa de votantes de las minorías se dirigieran a votar en la elección de noviembre de 2008. 
Tal vez lo más importante sea que el CNE ha establecido un sistema electrónico de votación transparente y sofisticado al que el expresidente Jimmy Carter se refirió recientemente como “el mejor del mundo”. 
Las máquinas electrónicas de votación con pantalla táctil emiten papeletas que confirman la selección del votante. Estas papeletas se introducen después en las urnas selladas que posteriormente se pueden contar con el fin de comprobar la exactitud de los resultados electrónicos. Al terminar el día de la elección, los miembros de la oposición y de los partidos pro gubernamentales realizan auditorías ocasionales de más de un 50% de las urnas que contienen las papeletas, una muestra estadística mucho mayor de la requerida para eliminar la posibilidad de fraude. No es sorprendente que incluso los votantes opositores hayan tenido pocas quejas sobre el proceso electoral, fuera de las largas filas, debidas a la masiva participación. 
Por el contrarrio muchos sistemas de votación en EE.UU. son difíciles de auditar, en la elección presidencial del año 2000 los resultados fueron tan controvertidos que tuvo que decidir la Corte Suprema de EE.UU. 
Tuve el privilegio de monitorear varias elecciones en Venezuela en los últimos años. Aunque hay mucha polarización política en el país, las elecciones están bien organizadas, con una participación masiva y están consideradas un asunto de orgullo nacional por la ciudadanía no importa cuál sea su inclinación política. 
Puede que EE.UU. sea una nación económica y tecnológicamente avanzada, pero en el área de las elecciones podríamos aprender una o dos cosas de Venezuela. Es inaceptable que el gran experimento estadounidense en democracia siga haciendo que sea difícil que tantos ciudadanos pobres y miembros de una minoría ejerzan su derecho político más elemental. Es hora de que nuestra nación trabaje en conjunto para garantizar que en cada Estado y en cada condado todos los ciudadanos en edad de votar, elegibles, puedan registrarse y votar en una atmósfera libre de intimidación y de prácticas electorales incorrectas. 
* Antonio Gonzalez es presidente del Proyecto de Educación para el Registro de Votantes del Sudoeste. 

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