martes, 11 de septiembre de 2012

Lecciones de arqueología y gestión del patrimonio cultural para el gerente del IHAH, V. Paredes



En mayo pasado, el Sr. Virgilio Paredes, gerente del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), anunció sin ningún empacho que la localización de la supuesta Ciudad Blanca, era “el mayor descubrimiento mundial del siglo XXI.” Debido a la ley mordaza impuesta por este funcionario público, quien no permite a los historiadores y arqueólogos del IHAH brindar declaraciones a los medios sobre el quehacer de esa institución, ha impedido quizás que estos profesionales aborden el tema de la Ciudad Blanca de forma científica sin los sensacionalismos de marquesina de circo en los que ha incurrido Paredes. En sus declaraciones a la prensa, hace gala de sus limitados conocimientos, porque no es especialista de las ciencias antropológicas ni de la historia, como debería serlo por ley quien gerencia el IHAH.


Mapa 3D que muestra rasgos geométricos rectangulares en la superficie del suelo. Rasgos que suponen corresponden a la Ciudad Blanca. Imágenes Lidar procesadas por técnicos de la Universidad de Houston. 


Steve Elkins, quien no es arqueólogo, pero un cineasta que hará un película sobre ciudades perdidas, explica las imágenes captadas con tecnología Lidar en reunión de gabinete de ministros en mayo pasado.

En el mes de julio de 2012 en una entrevista aparecida en El Heraldo con motivo del 60 aniversario del IHAH, Paredes aseguró que:

“…el descubrimiento de La Mosquitia es el proyecto más grande y significativo, después de Copán Ruinas, en que el IHAH puede invertir. Porque el reciente descubrimiento de los vestigios de una ciudad mediante el escaneo aéreo de la selva de La Mosquitia por parte de unos científicos estadounidenses, revela el hallazgo de una ciudad con restos arqueológicos de una magnitud de cinco kilómetros cuadrados localizada entre Gracias a Dios y Colón que nunca ha sido penetrada. Los vestigios en cuestión se encuentran en lo recóndito de la jungla y el acceso por tierra o agua es imposible; de hecho, el acceso por aire era extremadamente difícil.

Ya se están comenzando a hacer más investigaciones, sin embargo tomará unos cincuenta o cien años saber con exactitud los detalles de la ciudad encontrada. En noviembre se realizaría la primera inspección e instalación de la base de investigación y exploración, sin conocer todavía si es la Ciudad Blanca o la Ciudad Perdida, estando a las puertas del descubrimiento arqueológico del siglo que brindará un gran desarrollo para el país.”


El área señalada en rojo es el terreno que fue escaneando recientemente con tecnología Lidar y
aproximadamente corresponde a la zona previamente estudiada por Begley. 



Región estudiada por Begley en la década de 1990 donde ha registrado alrededor de 200 sitios arqueológicos.

Recurrimos a las palabras del Dr. Christopher Begley, experto en la arqueología de La Mosquitia, quien sugiere que todo individuo que afirma haber encontrado la Ciudad Blanca debe hacerse tres preguntas. En primer lugar, ¿Qué versión de la leyenda de la Ciudad Blanca está usando como guía? Las leyendas indígenas son muy diferentes de las versiones populares que se oyen actualmente. En segundo lugar, ¿Cuáles son las características de su descubrimiento que le hacen pensar que es la ciudad perdida? Ninguna de las leyendas tiene características, rasgos o atributos identificativos de la Ciudad Blanca. ¿Cómo, entonces, se puede afirmar que la han encontrado? Simplemente porque es un sitio grande? En tercer lugar, ¿está seguro que su "descubrimiento" no es ya uno muy conocido por los lugareños e incluso los arqueólogos? ¿Tiene acceso a una lista de todos los sitios arqueológicos documentados en la región y está seguro de que no es uno de esos?

Sugerimos al Sr. Paredes, ya que en carta enviada a El Heraldo, presume tener “las coordenadas exactas en donde se encuentran los restos arqueológicos de lo que pudiera ser la Ciudad Blanca” que las coteje con los datos de los sitios arqueológicos identificados y georeferenciados por Begley en su disertación doctoral de 1999 sobre La Mosquitia y que deberían también estar en la base de datos del Registro Nacional de Sitios Arqueológicos del IHAH. Es probable, como dice Begley, que sea uno de los ya registrados.

También le sugerimos a Paredes leer el siguiente artículo escrito por la Dra. Rosemary Joyce, académica de la Universidad de Berkeley, quien tiene una experiencia de más de 30 años en la investigación arqueológica de Honduras. En este artículo de agosto de 2012 nos presenta de forma sucinta el estado del conocimiento de las sociedades que en el pasado prehispánico ocuparon La Mosquitia y sus relaciones con otros pueblos vecinos y otros más distantes de Centro América. Además nos enseña lo que es ciencia, lo que es una campaña mediática y lo que es una arqueología mala y fantasiosa.

Política Cultural en Honduras
Hace un tiempo, fui invitada a hablar en Honduras acerca del tópico "los retos y avances en la investigación de la Ciudad Blanca", como parte de la celebración del sexagésimo aniversario del Instituto Hondureño de Antropología e Historia.

Mis investigaciones de verano previamente planeadas me impidieron aceptar la invitación. Jugué con escribir algunas observaciones sobre el tema solicitado para una "ponencia breve" como una entrada en esta bitácora. Pero hubo, francamente, cosas más importantes que hacer.

Ahora bien, como señala Adrienne Pine en Quotha, Virgilio Paredes, gerente del IHAH, ha escrito una carta a El Heraldo, dándoles las gracias por contribuir a su proyecto de dar a conocer la "Ciudad Blanca", la cual fue reproducida por el periódico en un anuncio autocomplaciente acerca de la cobertura del supuesto descubrimiento.

Y eso me inspira a seguir adelante con la invitación que he recibido, aunque sea un par de semanas más tarde de lo propuesto, en este foro virtual.

¿Qué quiere decir el actual jefe de IHAH cuando escribe sobre "Los vestigios arqueológicos de la zona de la Mosquitia Hondureña, de una civilización que podría haber sido la denominada Ciudad Blanca"?

Para un arqueólogo, tal sentencia es dolorosa de leer. Estamos a mucho distancia del tiempo en que hablábamos en términos de "civilizaciones"; para nosotros, la cuestión de la arqueología de La Mosquitia es sobre las culturas representadas, las historias por contar y las relaciones sociales que deben ser entendidas. Las civilizaciones, por desgracia, todavía puede ser "descubiertas" y "exploradas", las relaciones sociales, las historias y las tradiciones culturales deben ser investigadas y comprendidas.

Las imágenes producidas con tecnología LIDAR (Light Detection and Ranging), sin duda, muestran evidencias del poblamiento de La Mosquitia. Eso no es ni sorprendente ni una noticia nueva en particular. Todo el territorio de Honduras produce evidencias de ocupación humana antes de la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XVI. La población relativamente baja de La Mosquitia hoy es el resultado de la colonización y sus consecuencias. El conocer la realidad de la habitación del pasado en la región nos obliga a preguntarnos qué procesos históricos, políticos y económicos han sido una desventaja para el poblamiento en los últimos siglos.

Al igual que gran parte del pasado prehispánico de Honduras, el conocimiento de la distribución original de las ciudades y pueblos en La Mosquitia ha sido de desarrollo lento, principalmente debido a la sobre-valoración, tanto en Honduras como fuera de él, de la "civilización” maya clásica. Esta sobrevaloración del pasado maya se convirtió en una obsesión compartida en América del Norte y Honduras, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Para los norteamericanos, los mayas ofrecieron una civilización "avanzada", como los antiguos griegos – fue una manera de establecer un pasado avanzado en el continente americano independiente del mundo clásico europeo. Para las élites de Centro América, los mayas podrían proporcionar los antecedentes para las naciones nuevas, antecedentes que fueran cultivados, deseables y, sobre todo, al nivel de los estándares de los centros culturales globales.

La obsesión compartida con un pasado puramente maya condujo a una historia de la investigación arqueológica que se centró en el extremo occidente de Honduras, que normalmente se preguntaba - y todavía con demasiada frecuencia se pregunta - "¿cómo eran esas otras sociedades o culturas relacionadas con la los mayas del periodo clásico?"; ello ha marginado a las historias de la mayor parte del territorio hondureño, mientras que se ha generalizado la tradición cultural del margen extremo al oeste del país.

En este contexto de "mayanización", la atención a la arqueología del oriente de Honduras debe ser bienvenida. Pero en vez de construir conocimiento, la reciente publicidad dramática sobre un supuesto "descubrimiento" de la "Ciudad Blanca" se refugia en cuentos de misterio, sin base en hechos históricos. Como hemos discutido previamente, la leyenda de la Ciudad Blanca es una fabricación moderna, que recurre a falsas afirmaciones sobre el contenido de los documentos escritos por los españoles en el siglo XVI.

El trabajo arqueológico realmente ejecutado en La Mosquitia (por Chistopher Begley), fue ignorado en la publicidad original y sigue siendo ignorado por el gerente del IHAH. Esta investigación es de interés en si misma, porque lo que mostró fue un inesperado número de sitios de gran tamaño ocupados al mismo tiempo que Copán, y en algunos casos más tardíamente. Algunos de estos sitios incluyen elementos arquitectónicos reconocibles como juegos de pelota, el tipo de espacios donde los pueblos desde el norte de Arizona en Estados Unidos hasta México y Guatemala jugaban con pelotas de goma. El juego de pelota no sólo es importante como un signo de identificación cultural con la zona hacia el norte, sino también es socialmente significativo como evidencia de una práctica a través de la cual pueblos diferentes e independientes participaron en intercambios políticos, religiosos y en relaciones sociales; hasta principios de los años década de 1990, se pensaba que la existencia de los juegos de pelota se limita a la parte occidental de Honduras.

Sin embargo, la arqueología de La Mosquitia también mostró abundantes pruebas de relaciones más hacia el sur, con las sociedades de Costa Rica, Nicaragua y Panamá. De alguna manera esto no fue sorprendente: la gente en Nicaragua y Costa Rica valoraba los hermosos jarrones de mármol tallado del valle del Ulúa, y emularon la cerámica pintada de la tradición Ulúa en sus propias vasijas hechas localmente. Pero la historia moderna de la investigación arqueológica en Honduras, al menos desde la década de 1930, hizo hincapié en una ruptura entre el occidente de Honduras, relacionada con las sociedades mayas y otros al oeste y norte, y los pueblos del sur de América Central.

Lo que la arqueología llevada a cabo en la década de 1990 (con poco apoyo institucional o apoyo financiero) en La Mosquitia - y en el departamento de Yoro, y, más recientemente, en Olancho y en el valle de Jamastrán - ha demostrado es que el viejo modelo de dos bloques separados por una "frontera" es insostenible. En cambio, los sitios más hacia el oriente de Honduras en la llamada "frontera," han ampliado nuestra comprensión del alcance geográfico de los viajes, el intercambio y el conocimiento, mostrando que antes de la colonización española, todo México y América Central constituían una cadena activa de sociedades interconectadas, en última instancia, vinculadas al norte con los pueblos del suroeste de Estados Unidos y al sur con las montañas de Colombia, y tal vez más allá.

Estos fueron pueblos cosmopolitas. Una renovada investigación en La Mosquitia tiene la promesa de recordarnos esto, y enfocar una atención real en los mecanismos mediante los cuales estaban conectados esta cadena de sociedades a lo largo de sus historias.

Por desgracia, es poco probable que la actual agenda del IHAH dará un conocimiento fiable, incluso si una expedición se monta en los sitios ubicados a través de las imágenes con tecnología LIDAR. Conocimiento no es lo mismo que descubrimiento. El conocimiento proviene de construir a partir de lo ocurrido antes, la generación incesante de nuevos datos como soportes sin precedentes en el proceso de tratar de comparar con honestidad estos sitios con los ya conocidos de la región y a través de Honduras. El deseo de vincular estos lugares reales con un mito moderno, con una narrativa altamente mercantizable de las ciudades de oro perdidas, ya ha distorsionado el proceso de la investigación arqueológica. ¿Cómo, en esta época de alta politización de la arqueología en Honduras, pudiera una expedición patrocinada por el gobierno disputar la afirmación de que este es el descubrimiento de una "civilización" perdida, Ciudad Blanca, en lugar de reconocer que estos sitios son como los ya conocidos por las investigaciones previas en La Mosquitia? La mayor promesa de dar seguimiento con la nuevas imágenes con tecnología LIDAR podría ser la posibilidad de renovar la investigación arqueológica fuera de la zona de Copán. El mayor desafío que se presenta es un hecho citado por el director del Instituto en su carta a El Heraldo. Paredes escribe:

“El gobierno de la República presidido por Porfirio Lobo Sosa trabaja para fortalecer el desarrollo económico del país a través del Patrimonio Cultural como un recurso que debe utilizarse en una forma responsable y sostenible, por lo tanto, no dudamos que la puesta en valor de tan importante sitio vendrá a impulsar el desarrollo económico del país, sin menoscabar la riquezas natural y cultural que se encuentra en la zona de La Mosquitia.

¿Qué es lo erróneo en esto?
La misión del Instituto Hondureño de Antropología e Historia no es explotar sitios de importancia cultural e histórica para el desarrollo económico. Esa sería una declaración razonable de la misión del Instituto de Turismo. Este pasaje muestra una fundamental falta de comprensión de la misión del IHAH. Y esa falta de comprensión de la misión del Instituto por parte de la persona designada para dirigirla, es el mayor desafío para cualquier arqueología en Honduras hoy en día.

La ley que rige el Instituto de Hondureño de Antropología e Historia, establecida en 1968 y revisada en 2008, dice que su propósito es:

“la defensa, exploración, conservación, restauración, reparación, recuperación y acrecentamiento e investigación científica de los tesoros arqueológicos, antropológicos, históricos y artísticos de la nación, así como de los lugares típicos y de belleza natural (artículo 5).”

No hay nada allí, o en los artículos que siguen, sobre el desarrollo económico. En efecto, el artículo 26 ordena expresamente contra la explotación que se aprueba por cualquier otra razón que la "investigación científica":

“Los trabajos que tiendan a descubrir monumentos arqueológicos, así como la exploración de los ya descubiertos, tendrán por objeto exclusivo la investigación científica, por consiguiente, el Instituto no podrá conceder permiso a personas que persigan distintos fines.”

Según la ley, los sitios se supone que son de interés para una de dos razones: debido a su relación con la "historia social y política" del país, y por su "excepcional valor artístico o arquitectónico que los caracterice como exponente de la cultura nacional" (artículo 27). De nuevo, ninguna mención de la explotación económica.

También es relevante para esta discusión de los desafíos de una "arqueología de la Ciudad Blanca" es la Ley para la Protección del Patrimonio Cultural. Aprobada en 1997, establece entre los considerandos el valor del patrimonio cultural:

“Los bienes culturales constituyen uno de los fundamentos de la cultura de los pueblos y que adquieren su verdadero valor cuando se conocen con precisión su origen, historia y contexto y se divulgan para el conocimiento de la población.”

La ley de patrimonio cultural cita repetidamente el papel del Instituto Hondureño de Antropología e Historia en la protección del patrimonio cultural - no en su explotación con fines económicos.

En teoría, no existe ninguna contradicción entre fomentar la investigación - el trabajo del Instituto de Antropología - y contribuir a la comprensión cabal del desarrollo de los sitios históricos y arqueológicos para la visitación; esto es uno y al mismo tiempo un beneficio económico y un medio para educar al público sobre el pasado de Honduras.

En la práctica, cuando el desarrollo económico prevalece sobre la investigación científica y la difusión del conocimiento histórico, como claramente es el caso de la promoción infundada de los sitios en La Mosquitia, como la mítica Ciudad Blanca, los intereses del pueblo hondureño por un conocimiento real sobre el pasado se sumergen en la desesperada búsqueda de dinero.

Traducido por Voselsoberano.com
Tomado de:
Más información:
http://hondurasculturepolitics.blogspot.com/2012/05/el-mito-de-ciudad-blanca.html


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