jueves, 27 de septiembre de 2012

La independencia del poder político a favor de las élites criollas en 1821



Resistencia Honduras

Por Edgar Soriano Ortiz

El 13 de octubre de 1812 se juró la constitución de Cádiz en Tegucigalpa, en una ceremonia básicamente litúrgica y presidida por el cura Juan Francisco Márquez, Alcalde Mayor de Tegucigalpa. Esta ceremonia política marcaba el camino hacia la deseada autonomía de las élites que ya controlaban los ayuntamientos, institución jurídico-administrativa que serviría de centro de poder político local en el contexto colonial. La crisis política de la monarquía española se manifestó tanto en la península Ibérica como en América tras la invasión napoleónica a Madrid en 1808, crisis que tendría heterogéneas reacciones de parte de las elites en ambos lados del atlántico. En la América hispánica se generó una eclosión juntera en las distintas ciudades, manifestándose a través de los ayuntamientos, de las autoridades clericales y de funcionarios de la monarquía, sus primeras resoluciones fueron fidelistas a la legitimidad del Rey Fernando VII.

En el sub continente americano se desarrollaron movimientos independentistas a partir de 1810, principalmente en México con Hidalgo y Morelos, y en Caracas con la lucha de los liberales influenciados por Miranda y encabezados por Bolívar. En el caso de la Capitanía General de Guatemala el proceso fue controlado por las elites criollas, a través de los cabildos y de las elites clericales. Los acontecimientos más significativos ocurrieron en las insurrecciones de 1811 y 1812 en las provincias de El Salvador, Honduras y Nicaragua y la conjura de Belén en Guatemala de 1813 (duramente reprimida por el Capitán General José de Bustamante). Estos motines fueron protagonizados por los sectores populares e incitados por las elites criollas que buscaban a la autonomía de la ciudad como ente jurisdiccional para garantizar los intereses de grupos económicos.

En la Provincia de Honduras, bajo el régimen borbónico de intendencias desde 1787, reaccionó en dos formas antagónicas: Comayagua, sede la intendencia, mantuvo su posición fidelista a la corona y su decisión de mantener su privilegio hegemónico, mientras en la otra posición la Villa de Tegucigalpa a través de sus elites se enfrentó al poder de Comayagua como un proyecto de restaurar la autonomía jurisdiccional de la antigua Alcaldía Mayor.

En 1812 la población de Tegucigalpa se amotinó, protesta insurreccional que sirvió a las elites de Tegucigalpa para restaurar la jurisdicción de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa y poner a un líder mediador con los sectores populares y representante del poder economico local, el cura Juan Francisco Márquez. Los criollos mantuvieron su fidelismo al Rey y reprimieron a miembros de sectores medios por manifestar su descontento contra la monarquía, juraron la constitución de Cádiz dos veces, 1812 y 1820, asumiéndola como mandato para mantener el control político, sin embargo las contradicciones contra funcionarios peninsulares se mantuvieron vigentes, tal fue el caso de fuertes conflicto que mantuvieron las elites de Tegucigalpa contra el Alcalde Mayor Narciso Mallol.

La independencia de 1821 fue parte del cálculo político de las elites del istmo, en la provincia de Honduras se aceptó la independencia de la monarquía española en un contexto de confrontación entre Comayagua y Tegucigalpa. Pese a ello es evidente que el poder político criollo manifestado en el periodo colonial mediante los ayuntamientos pasarían a tener control del territorio, ahora las contradicciones serían entre las mismas elites, dependiendo de sus intereses concretos: unos por su arraigo tradicional-religioso y otros abiertos a la movilidad mercantilista producto de la en expansión capitalista atlántica.

La independencia del 15 de septiembre de 1821 y la 1 de julio de 1823 generaron el inicio de una larga y desgastante historia de confrontaciones entre facciones lideradas por caudillos, mientras los sectores populares siguieron sometidos a la marginación y al engaño socio-político. Por ello el movimiento social y la izquierda política en la reciente historia de Honduras se posesionan del argumento de luchar por una verdadera independencia -ahora ya no contra la decadente monarquía española- frente la imposición del capital transnacional y sus aliados internos de la burguesía hondureña…

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