lunes, 17 de septiembre de 2012

"Imagínate un mundo donde nuestro amor por la revolución no sea podrido por los enemigos de la vida"


Rebelión

Por Bertha Ponce

Hoy no quiero articular pensamientos ni conjugar ideas, hoy quiero imaginar.
Con esto de los derechos de autor le pediré permiso a John Lennon para imaginar.
Imagina un mundo sin posesiones donde nadie sea dueño y todos compartamos.
Imagina un mundo donde los campesinos sean dueños de la tierra y no se les destine a unirse a ella con sus muertes. 
Imagina un mundo donde ningún niño ni niña muera de hambre ni las familias pierdan su dignidad por alcanzar un pan manchado de adulaciones.
Imagina un Mundo donde el imperio de Estados Unidos desaparezca y nos quedemos con su maravilloso pueblo trabajador.
Imagina un mundo donde los jóvenes se sientan alrededor de los ancianos para escuchar los errores de la vida y no cometerlos en un círculo vicioso.
Imagina un mundo donde las pandillas juveniles que se adueñan de las calles, se les proporcione pan y amor y le cobren los impuestos a un mejor futuro y a un cielo donde el sol alumbra para todos.
Imagina un mundo donde los árboles sean nuestros mejores amigos y les demos agua a cambio de sombra.
Imagina un mundo donde nadie le robe al Estado y en cambio se le sumen más horas al día para trabajar por una patria grande. 
Imagina una Honduras donde no se siembre palma africana sino frijoles arroz y maíz.
Imagina un mundo donde todos sepamos leer y escribir y nadie sea capaz de engañar a nadie haciéndonos cuentas oscuras que arrojará la vergüenza de números rojos.
Imagina un mundo donde las mujeres sean las culpables de la reproducción grandiosa de la vida ante la prepotencia de los hombres que reproducen guerras y desolación.
Imagina un mundo donde los poderosos de la tierra confiesen sus pecados sociales y políticos y reciban clases de conciencia social con Fidel Castro y clases de humanidad con Nelson Mandela
Imagina a un mundo donde sus habitantes reconozcan que el desarrollo humano es una deuda que debemos de cobrar a la indiferencia y donde la limosna sea sustituida por el trabajo que dignifica.
Imagina un mundo donde no haya violencia y le disparemos al odio y al rencor y asaltemos las dudas y los miedos para robarle al porvenir los mejores y mas grandes frutos.
Imagina un mundo donde todos seamos libres y no estemos atados ni a los organismos internacionales, ni a rescates mesiánicos, ni a pingues subsidios de los gobiernos porque el dinero es del pueblo y al pueblo debe de regresar.
Imagina un mundo donde las fuerzas armadas no porten armas sino libros y no golpeen sino que abracen a sus hermanos.
Imagina un mundo donde no se compren votos ni conciencias y las decisiones sean el más grande ejercicio de la libertad humana.
Imagínate un mundo donde nuestro amor por la revolución no sea podrido por los enemigos de la vida.
Yo imagino eso, pero ese mundo ya fue imaginado por nuestros mártires que donaron su preciosa sangre por engrandecer a Honduras. Nuestro compromiso es con ellos porque la sangre no merece el precio de la traición ni sus vidas la paga de la claudicación.
No tengo más ofrecer a este mi querido pueblo, solo imaginar y trabajar para que los sueños que hoy nacen mañana sean casas, libros, lápices, trabajo, pan, frijoles y maíz, amor y justicia, calles con luz eléctrica, agua potable, preocupación por el ser humano pero sobre todo que las mujeres no seamos tratadas como esclavas y no se nos confine a la cocina para hacer tortillas y lavar ropa, que sepan que también podemos amasar a un pueblo que crece con desorden y sin rumbo y que podemos lavarle la cara a la codicia.
Hace dos mil doce años un humilde carpintero de Nazaret imaginó este mundo y fue crucificado, pareciera que el amor fuera un delito y que los que lo practicamos corremos el riesgo de convertirnos en mártires, pero eso no importa porque si hemos de morir por ello, estamos más que dispuestos.
El Che Guevara practicó con su vida el más grande precepto que predicó Jesús: No hay amor más grande que dar la vida por los demás.
Y tenía razón Jesús, porque ante una multitud de pobres y en una majestuosa montaña dio este humilde sermón:
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de justicia porque de ellos es el reino de los cielos. 
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados.
Yo imagino ese mundo, yo sueño con ese mundo, yo me desvivo por ese mundo.
Será entonces
que la necedad parió conmigo 
la necedad de lo que hoy resulta necio,
la necedad de asumir al enemigo 
la necedad de vivir sin tener precio 
¡muchas gracias!

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