lunes, 5 de marzo de 2012

La sociedad hondureña actual: organización y conciencia ciudadanas


(Respuesta a Leticia Salomón e Ismael Moreno)

Por Irma Becerra

Ya van dos artículos que son publicados en este espacio, en el que se hace referencia a la población hondureña como la que está produciendo los graves problemas de violencia e impunidad en el país. Leticia Salomón habla de nuevos orígenes de la violencia afirmando que, mientras “las viejas rivalidades entre partidos políticos ya no se traducen en luchas con heridos y muertes, y tampoco prolifera la violencia que el Estado ejerció sobre la ciudadanía a través de violaciones de derechos y la persecución de disidentes...ahora, en cambio, la sociedad misma es la que genera un montón de problemas, que van desde conflictos sociales plenamente válidos, hasta la organización de bandas, maras, pandillas, organizaciones de narcotráfico, etc” (Véase voselsoberano.com del domingo 26 de febrero de 2012).

A su vez, Ismael Moreno habla de la sociedad hondureña como una “sociedad fallida” sometida a los más fuertes en la que reina una situación de “normalidad” de una parte, y de indefensión y sometimiento de otra parte. Dice, “Esta contradicción entre la “normalidad” y la realidad de indefensión y sometimiento de la sociedad a la “ley de los más fuertes” contribuye en gran medida a hacer de Honduras una sociedad fallida y en estado de esquizofrenia política y social, subordinada toda la institucionalidad política y jurídica a los intereses y decisiones de quienes deciden desde un poder que les garantiza impunidad e inmunidad. El problema hondureño no es en primer lugar político ni se puede resolver con elecciones. La crisis que se destapó con el golpe de Estado es el resultado de procesos continuados de acumulación de conflictos, que convirtieron a los partidos políticos y a la institucionalidad política, jurídica y económica en instrumentos obsoletos frente a las demandas sociales. No se puede resolver la crisis hondureña con las salidas de la política que ya ha caducado. La comunidad internacional equivocó el camino, aunque de momento parece que “estabilizó” el entuerto hondureño, que lo “normalizó”. Ha hecho lo mismo que hizo el golpe de Estado: postergar la solución y seguir acumulando conflictos. El problema hondureño es actualmente de continuada supervivencia y de persistente inseguridad. Se expresa en signos que nos conducen hacia la instalación de una sociedad fallida. Y como continuará esta tendencia, el proceso electoral será un factor de cooptación de otros caminos alternativos, consiguiendo que la sociedad fallida siga convivienco pacientemente con un Estado subordinado a quienes ejercen la ley de los más fuertes” (Moreno, voselsoberano.com del martes 1 de noviembre de 2011. El subrayado es nuestro).

Cómo puede verse ambos autores confunden el colapso de la institucionalidad política y jurídica con el colapso de toda la sociedad. Al afirmar que las estructuras del poder público se encuentran en manos de intereses particularistas que no atienden los problemas, afirman a su vez que no existen alternativas políticas y que la violencia se origina en al interior mismo de la sociedad hondureña. Nos preguntamos, ¿cómo es posible hablar a estas alturas de indefensión de la sociedad hondureña en tanto sociedad fallida, o de la no persecución por parte del Estado de la población, y señalar, al mismo tiempo, que los orígenes de la violencia residen en la misma sociedad? Ante este análisis neopositivista de la sociedad que únicamente describe lo que ve y observa en la superficie de las situaciones y fenómenos políticos y sociales, confundiendo la violencia interpersonal con la violencia estructural provocada por el sistema capitalista neoliberal con la finalidad concreta de bloquear las alternativas antioligárquicas, debemos anteponer el análisis crítico marxista hermenéutico que busca las razones y causas en la estrategia neoliberal del sálvese quien pueda y niega la existencia divisionista de “débiles” y “fuertes” de la sociedad como una estructura innata de la naturaleza humana. Debemos denominar la estrategia que nos viene incluso del exterior, concretamente de los Estados Unidos, por su nombre, como “una estrategia de choque del imperialismo depredador”, tal como bien ha señalado Jari Dixon Herrera (Véase voselsoberano.com del miércoles 22 de febrero de 2012), a la que obedecen los intereses antipatrióticos locales. Es el imperialismo depredador el causante del actual caos provocado deliberadamente para impedir la organización de la población en la recuperación del espacio público y el espacio institucional. Y sin embargo, poco a poco y pese a toda esta continua violación de derechos humanos, la asociación de vecinos en barrios y colonias va surgiendo junto a la esperanza electoral que significa el avance del partido del pueblo LIBRE, sobre el cual los anteriores autores no dicen ni una palabra.

Ninguna sociedad es innatamente fallida. Toda sociedad es sana; ninguna sociedad avanza para atrás o involuciona porque su conglomerado de familias organizadas impulsan la verdad histórica hacia adelante, aunque las oligarquías y las dinastías, así como los grupos particularistas intenten impedirlo con instituciones secuestradas por la corrupción y la falta de conciencia moral. Son los que dirigen las sociedades, sus respectivas élites, las que abusan del poder e intentan corromper al pueblo. Son éstas las que tienen el mayor grado de responsabilidad porque únicamente gobiernan para sus propios intereses. De ahí que no hablemos en Honduras de sociedad fallida sino de élites corruptas y violentas que con su indiferencia arrastran a las poblaciones hacia la anarquía y el desorden. Pero este retroceso tampoco se lleva a cabo de forma absoluta en la historia porque siempre existe el despertar simultáneo de la conciencia de los pueblos, los cuales por la experiencia aprenden a defenderse, saboteando y neutralizando a los que se creen más fuertes. Es por eso que nos preguntamos ¿por qué, si Moreno habla de sociedad fallida, culmina su artículo señalando que “la solución está en una alianza y negociaciones con el gobierno y las élites políticas y económicas que el mismo critica, porque sólo así aislaremos a los sectores que controlan los hilos de violencia, la impunidad, sólo así perderán su poder los más fuertes”? ¿Por qué no habla de la defensa de los principios políticos que nos impiden hacer alianzas por hacerlas para evitar el impulso democrático de la vía electoral? Estamos de acuerdo con hacer alianzas pero no como sociedad fallida y mucho menos con aquellos que han asesinado a nuestros hermanos que luchan contra el golpe de Estado y el militarismo y cuyos asesinatos han quedado hasta ahora impunes. Espero su respuesta.

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