viernes, 30 de diciembre de 2011

Operación cachinflín


Diario Tiempo

Ahora resulta que la “operación relámpago”, proyectada para combatir la criminalidad y dar seguridad interna, se transforma en instrumento para aumentar el presupuesto de las fuerzas armadas, justo en el momento en que el congreso nacional se ocupa de la ¿discusión? y aprobación del presupuesto general de 2012.

El jefe del Estado Mayor Conjunto, general René Osorio Canales, dice que la “operación relámpago” puede colapsar por falta de recursos económicos, después de cumplidos dos meses de ejecución. También dice que la “operación” ha sido un éxito, pues ha logrado disminuir las muertes violentas en el país.

La realidad, sin embargo, luce muy distinta, ya que la fiera criminal solamente se agachó por un momento, con magros resultados al inicio del operativo, y luego cobró su peculiar dinámica. El repliegue del Cuerpo de Paz norteamericano, a causa de la inseguridad, es una de las muchas pruebas del fracaso.

Aunque oficialmente se dijo que la “operación relámpago” sería permanente, cualquier mediano observador sabe que eso es imposible porque el Estado –es decir, los contribuyentes—no tiene dinero para gastarlo en esa forma, a sabiendas del previsible escaso, por no decir nulo, rendimiento. Los dos meses de “relámpago” han costado 17 millones de lempiras, según la administración militar.

El presupuesto para Defensa se ha fijado en el proyecto de presupuesto 2012 en 2,975 millones de lempiras y el de Seguridad en 3,480 millones de lempiras. Parece ser que a las fuerzas armadas no les gusta la cifra, por debajo de la de la policía, aunque bien sabemos que la entidad castrense tiene partidas invisibles, a través de otras dependencias del Estado, entre ellas la Presidencia de la República.

“No podemos -reclama el general Osorio- estar en las calles con el presupuesto ordinario que tenemos. Si el señor presidente toma la decisión de incrementar los efecticos en las calles, debe haber más presupuesto”. Como vemos, son los gajes de darle funciones policiales al tigre militar.

El problema es, a final de cuentas, que la “operación relámpago” da la impresión de que ha resultado en “operación cachinflín”. Eso no es extraño. Lo mismo ha sucedido en otros países, más grandes, con muchos más recursos financieros, y, sobre todo, más organizados. Ahí está México, por ejemplo. Y Colombia también.

Entonces salta a la vista que el dinero desviado a esos juegos militares sería de mayor beneficio y efectividad si los destináramos al área social, a favor de la gente pobre y desempleada, y a proyectos de infraestructura vial, de servicios públicos, de salubridad, de educación, de irrigación y electricidad, de promoción de la pequeña agricultura familiar.

No sería una “operación relámpago”, pero sí una “operación productiva” en el combate a la violencia, a la delincuencia común.  Atacando la criminalidad con empleo y con generación de confianza, reduciendo la pobreza y devolviéndole al hondureño su razón de ser y su identidad.
Diciembre 28, 2011

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