martes, 2 de agosto de 2011

Mujeres Indígenas y Afro-Hondureñas: Autonomía y Fin de la Violencia Contra Nosotras


Escribana

Por Margaret Thompson

A partir de golpe rítmico de tambores de gran alcance y antiguos cantos espirituales que se extendieron a través de las ruinas del lugar sagrado de los Mayas Chortí en Copán al oeste de Honduras, el evento de tres días terminó con cientos de mujeres indígenas y afro-hondureñas exigiendo autonomía y el fin de la colonización de sus tierras, sus cuerpos, sus vidas, y las formas de hacer política.

La Declaración Final de Copán Galel (http://copinh.org/leer.php/2243479) de la Asamblea constituyente autoconvocada de las mujeres indígenas y afro hondureñas denunció “la violencia, la represión y la dominación de las mujeres que opera a través del capitalismo, el patriarcado y el racismo", declaró Berta Cáceres, coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), en una entrevista con Escribana.

Cáceres también fue una de las organizadoras de la Asamblea, que tuvo lugar 11-13 julio, 2011 en Copán Ruinas, Honduras. La Asamblea implicó un intenso diálogo sobre las realidades de vida de las 300 mujeres participantes cuyas culturas, tierras, recursos naturales y el país entero, han estado bajo un asedio intensificado desde el golpe militar en junio de 2009.

Desde entonces, el gobierno, las élites poderosas, y las empresas transnacionales han estado utilizando la "doctrina del shock" (Naomi Klein) al impulsar una veloz re-ingeniería de las empresas, las políticas económicas y todas las políticas antes que las personas tengan la oportunidad de reaccionar. (http://www.naomiklein.org/shock-doctrine/materiales-espanol).

Para Honduras, esto ha significado planes inmediatos de proyectos de turismo masivo, los mega-proyectos tales como represas hidroeléctricas y la expansión de la minería, la agroindustria y la explotación forestal, todo lo que implica la confiscación de tierras indígenas y afro.

En la Declaración Final, las mujeres notan que sus realidades compartidas incluyen "el empobrecimiento y despojo de nuestras tierras de las que nutren y sostienen nuestras formas de vida."

Denuncian la privatización del agua, los bosques y las tierras, que están siendo usurpadas violenta y sistemáticamente por las oligarquías transnacionales y por medio de mecanismos tales como las organizaciones de la banca internacional y el libre comercio.

"También denunciamos la militarización y represión bajo el régimen actual, que perpetúa el golpe de Estado, así como la ocupación por las tropas gringas." La presencia de los militares de EEUU está creciendo con dos nuevas bases en construcción desde el golpe, además de la Base Aérea de Palmerola en Soto Cano. Las nuevas bases están en Islas de la Bajía y en  Gracias a Dios, frontera con Nicaragua.

Las mujeres afirmaron que se han sostenido durante mucho tiempo una visión del mundo y una forma de vida bajo un paradigma diferente: "Entendemos que nuestras formas de ver y experimentar el mundo, nuestra relación con la tierra y los recursos naturales, nuestra espiritualidad y las relaciones con otras personas, y nuestros [los procesos de] pensamiento y de creatividad son diferentes."

Dicen en la Declaración Final que esas diferencias han creado una gran cantidad de conocimientos ancestrales y la memoria, especialmente desde las mujeres, y que también “es de gran valor para todos en Honduras."

La autonomía de las mujeres fue un tema clave a lo largo de la Asamblea, que se refleja desde el inicio del evento en el cambio histórico de la división sexual del trabajo en el que "los hombres cocinan y las mujeres hablan."

Mientras ellos aprendieron a "tirar" y cocinar tortillas por primera vez, las mujeres participan en un proceso deliberativo de compartir realidades y diseñar estrategias para trabajar hacia una mayor autonomía en sus propias organizaciones, con los hombres indígenas y afro en sus comunidades y en la sociedad en general.

En la Declaración Final, las mujeres indígenas denuncian el hecho de que "muchas de nosotras vivimos con la violencia de nuestros propios colegas [en nuestras organizaciones], así como la marginación por los hombres en nuestras comunidades y fuera, que son obstáculos para nuestra participación plena y mejorar nuestras vidas como mujeres."
Hacen un llamamiento a la descolonización, que incluye "la autonomía sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, la recuperación de las prácticas de la comunidad, la crítica de la familia patriarcal y de la sociedad organizada sobre los valores de mercado", según un documento de debate producido por COPINH y utilizado en la Asamblea.

Las mujeres anunciaron planes para una nueva Asamblea en un futuro próximo, que tendrá lugar en la región de Mosquitía en el oriente de Honduras.

El revitalizado movimiento de mujeres indígenas y afro-hondureñas propicia "un proceso de sanación de nuestras múltiples identidades como mujeres, indígenas y negras, a partir de la creación de experiencias de poder popular, que ejercen nuevos vínculos de solidaridad, justicia, libertad, con sus propias formas de gobierno y de vida."

"No nos rendiremos a pesar de la opresión brutal en contra de nosotras. Creemos que el ser indígena no es sólo vestirse de [la ropa particular], hablar una lengua o comer ciertos alimentos, pero principalmente es tener dignidad y orgullo de pertenecer durante siglos a la Tierra y luchar por ella."

La Declaración Final anuncia la visión de las mujeres indígenas y negras de una nueva Honduras "sin capitalismo, sin racismo y sin patriarcado. Un país sin golpes de estado, donde la corrupción no tiene lugar, sin violencia de ningún tipo, especialmente para las mujeres, una tierra de alegría, paz, justicia y dignidad. Una Honduras, donde nadie de afuera venga a dirigir y más bien somos nosotros los que vamos a elegir nuestras leyes y autoridades. Un país que respeta la diversidad de idiomas, espiritualidad, cultura, creaciones, estilos de vida, visiones del mundo. "

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