sábado, 13 de agosto de 2011

Europa deberá optar entre el neo-fascismo o las políticas socializadoras


Arsenal de Ideas

“Arsenal de Ideas” entrevistó al analista español Carlos Martínez, quien colabora desde hace más de doce años en diferentes medios alternativos de comunicación, tanto en Internet como escritos (Rebelión, Kaos en la Red, Tercera Información, La República, El Viejo Topo, Laberinto), además es un militante en pro del conocimiento libre.

Arsenal de Ideas: Gracias por permitirnos entrevistarte. Queríamos saber cuál es, desde tu experiencia y perspectiva, la situación real política, económica y social de Europa en medio de esta crisis del capitalismo global. ¿Cuál es tu caracterización de la situación?
Carlos Martínez: La situación no se aleja mucho de lo que predijo Marx hace dos siglos. Las crisis del capitalismo son cada vez más profundas y más difíciles de superar. La concentración del capital, la economía especulativa, la explotación de la clase trabajadora, el agotamiento de los recursos naturales son problemas que no pueden solucionar los llamados eufemísticamente “mercados”. La única y urgente solución es poner la economía al servicio de las personas, democratizarla, es decir, lo que se ha denominado socialismo.
En Europa se ha vivido en un espejismo de libertades y bienestar social, se abandonó la lucha de clases y se enterró el Marxismo, pero la realidad es más tozuda que la ideología que propagan las televisiones. La situación de la deuda pública es tan absurda que los medios, o no la explican, o hacen verdaderos malabarismo dialecticos para evitar lo que sería la solución sencilla que es nacionalizar la banca. Esta salida es un auténtico tabú en los debates de los grandes medios que siguen culpando a los políticos cuando los gobiernos de todo signo han pactado en el marco de la Unión Europea políticas que no les ofrecen ningún margen de acción frente a esta tormenta especulativa y destructora.

Arsenal de Ideas: ¿Cómo está impactando esta situación en la conciencia de los europeos en general y de los españoles en particular?
Carlos Martínez: La concienciación es todavía débil, paradójicamente la conciencia política es más fuerte en los dos países menos afectados por la crisis, Francia y Alemania, que son los dos países con más industrialización y, por lo tanto, más clase trabajadora fuertemente sindicalizada. España, Portugal, Italia son estados donde la izquierda transformadora es minoritaria y con un crecimiento débil, no existe conciencia de clase pues apenas hay industria y prevalece el sector servicios y hasta hace dos años, la construcción; esto en el caso que se trabaje pues el paro es muy alto, especialmente entre los jóvenes. Cuestión aparte es el de los Indignados en España, movimiento de protesta que ha calado en la sociedad española pero en el que falta un proyecto político y económico y romper definitivamente con algunos dogmas dominantes, como el de que la culpa de la crisis es de la inexistente “clase política”. Es cierto que el movimiento va madurando y en su discurso, cada vez más, ya empieza a señalar a los culpables reales de la crisis: empresariado, banqueros, especuladores…

Arsenal de Ideas: Con relación al probable final del “Estado de bienestar europeo” y ante las medidas económicas de ajuste propuestas como solución por la Unión Europea, ¿que situación visualizas para el futuro próximo en materia de economía real y conflicto social?
Carlos Martínez: La situación va a ser muy similar a la que ocurrió en América Latina tras los ajustes impuestos por el FMI, y solo se vislumbran dos opciones muy contrapuestas: una, retroceder todavía más política y económicamente, en la que gobiernen partidos cercanos a la ultraderecha o, como han hecho muchos pueblos de América Latina, romper con el neoliberalismo y optar por una mayor democracia e intentar someter a los “mercados”. Lo que es seguro es que va a haber grandes tensiones y que el populismo conservador va a seguir ganando protagonismo. El ascenso generalizado de partidos xenófobos y los ataques terroristas de Noruega son algo más que simples anécdotas, son síntomas preocupantes de la derechización de Europa. Ahora estamos más cerca de una salida a la crisis cercana al fascismo que de una salida democrática.

Arsenal de Ideas: El mundo ve por televisión el fenómeno de las acampadas y las movilizaciones en España, ¿podrías explicarnos de qué se trata realmente y qué impacto tiene en la sociedad y en los partidos políticos?
Carlos Martínez: Impacto mucho. Todos sabíamos que algo tenía que suceder tras dos años de crisis económica, pero nadie sabía cómo y cuándo iba a ser el estallido. Prácticamente casi toda la sociedad apoyó al movimiento, y esa es su principal rémora. Un movimiento social transformador no puede intentar agradar a todos, no se puede equiparar a izquierda y derecha o a todos los partidos políticos. El movimiento 15-M tiene una gran capacidad movilizadora pero no tuvo apenas efecto en las pasadas elecciones locales y autonómicas, En esas elecciones el partido conservador, el PP, consiguió los mejores resultados de su historia, sin embargo la izquierda del PSOE creció muy limitadamente. También este movimiento ha calado entre jóvenes pero no ha atraído a la clase trabajadora. Las críticas, que comparto, a los sindicatos mayoritarios no han ayudado a un acercamiento imprescindible para que pueda organizarse un movimiento que tenga la fuerza suficiente para forzar cambios democráticos. Esa debilidad del movimiento junto con sus propuestas muy moderadas ha conseguido que el movimiento, hasta la fecha, haya sido tratado con cierta benevolencia por los grandes medios de comunicación.

Arsenal de ideas: Ante el panorama de derechización de la sociedad que estas planteando, hay quienes consideran ésta una salida contradictoria y hasta suicida luego de dos guerras mundiales y todo lo ocurrido en el siglo XX, ¿como es posible que Europa escoja una salida hacia el fascismo? ¿Cuáles serían las causas?
Carlos Martínez: No es posible una guerra mundial a corto plazo ¿quién contra quién? Estados Unidos tiene una superioridad armamentística inmensa, nadie puede enfrentarse en ese campo. Los cambios vendrán por otras vías: la económica, la migratoria, la escasez de recursos naturales… La superpotencia en ciernes es China, pero su gobierno tiene claro que conseguirá la supremacía no por la vía militar, sino por la vía económica.
Respecto a Europa, su decadencia tanto política como económica es evidente, el proceso de Unión Europea parece que sólo ha conseguido ralentizar esta agonía. El fascismo es la ideología de la nostalgia, de añorados y supuestos tiempos gloriosos pasados. La Europa en crisis es un campo abonado para el totalitarismo y la xenofobia. Culpar a los inmigrantes de las deficiencias en la sanidad o educación es tan falso como efectivo. Es más fácil culpar a tu inferior que enfrentarte a tu jefe. La mayoría de la población europea quiere expulsar de sus fronteras a los trabajadores inmigrantes en paro pero son muy pocos los que se plantean recuperar los impuestos de los ricos. La claudicación es casi total pero perviven sectores de población que mantienen la militancia en organizaciones políticas y sindicales transformadoras.

Arsenal de ideas: A propósito de los medios de comunicación, ¿como es el tratamiento que han dado a la crisis económica y en que estadio de desarrollo se encuentran los medios alternativos en España?
Carlos Martínez: Los medios de comunicación empresariales, y también los públicos, están tratando la crisis económica igual que la información meteorológica, informan de que los mercados piden mayores intereses como si se tratase de una borrasca que trae lluvias. Ninguno de ellos hace un análisis medianamente profundo y claro. No se identifica quién está detrás de los llamados “mercados” obviando que tras esas decisiones hay personas con nombres y apellidos. No existe el periodismo valiente y de investigación que desenmascare a los especuladores.
Con respecto a los medios alternativos en España, creo que hemos dejado pasar una gran oportunidad, fuimos pioneros en informar desde Internet, pero no hemos despegado. En primer lugar somos muy inmovilistas, no nos adaptamos a los cambios tecnológicos o sociales. También hay que entender que los medios alternativos se nutren de un trabajo voluntario, por lo tanto la única recompensa es el reconocimiento personal (que puede conllevar un exceso de personalismo) o la difusión de las propias ideas políticas, lo que supone inevitables conflictos en su funcionamiento diario. Además la izquierda tiende a enfrascarse en discusiones sin límite, al análisis excesivamente académico y teórico, eso, que se traslada a los medios de comunicación alternativos, ocasiona que más que informar se expresen opiniones y en ocasiones se den lecciones altivas a otros compañeros que están en procesos de transformación social, con sus errores pero con infinitamente más éxito. Creo que sobra opinión y falta información alternativa, puntual, amena y ágil. Por ello, medios tan moderados como “Público” han ocupado parte del espacio que era propio de los medios alternativos. Lo que es una verdadera lástima.

Arsenal de ideas: Mencionaste en dos oportunidades como diferenciación del europeo al proceso de transformación que se viene dando en América Latina: ¿qué consideras pueden tomar los movimientos sociales europeos y/o españoles de la experiencia latinoamericana?
Carlos Martínez: Mucho, en primer y más importante lugar, que la izquierda transformadora puede ganar elecciones. Soy consciente de que con ello ganas el gobierno pero no el poder, pero ese paso es imprescindible. La izquierda tiene que estar en la calle, en los centros de trabajo y también en las Instituciones. Es cierto que la presencia en las instituciones acarrea muchos problemas, sobre todo el de la corrupción entre nuestras filas o que los militantes se preocupen más de su cargo que del bienestar de la población, pero lo que en ningún caso cabe hacer es dejar ese terreno a la derecha. Yo creo que los movimientos sociales que han aupado al poder a Evo Morales o a Hugo Chávez deberían imitarse, dentro de las posibilidades de cada territorio, en otras partes del globo. Por lo tanto las lecciones a aprender serían: la creación de un movimiento social fuerte que englobe a la población trabajadora. Una participación en la vida política respetando, en un primer estadio, la institucionalidad burguesa. Y desde el primer día en que se gobiernen las instituciones tomar medidas valientes que favorezcan claramente a las clases más desfavorecidas. Al igual que la derecha pide guiños al mercado, nosotros los guiños se los damos a los trabajadores.

Arsenal de Ideas: Para finalizar y agradeciendo la entrevista, ¿que esperas del futuro próximo para los trabajadores de esta Europa tan castigados por el capitalismo global?
Carlos Martínez: Bueno, a pesar de que los derechos de los trabajadores europeos están retrocediendo desde la caída del socialismo soviético, siguen siendo los trabajadores con más derechos de todo el mundo con alguna excepción muy pequeña. Tenemos que recordar que todos los días trabajadores africanos pierden la vida cruzando el Estrecho para intentar vivir como los trabajadores más precarios europeos.
Por ello, la clase trabajadora europea se debate entre el racismo, imputando la pérdida de derechos al trabajador inmigrante, y la lucha por recuperar sus derechos frente a la patronal y el gran capital.
Lo cierto es que, hoy, está más extendido el mensaje fácil, el de que un trabajador nativo se crea “clase media ” frente al inmigrante, las victorias electorales de la derecha deben entenderse en esa clave y, además, que se considera mayoritariamente que sólo los capitalistas nos pueden sacar de esta profunda crisis económica a la que ellos nos han llevado. Personas que se consideran de izquierda están optando por votar a la derecha o favorecer su ascenso mediante la abstención. Piensan que habrá que asumir recortes sociales y salariales para salir de esta crisis y que posteriormente los recuperaremos.
Este es el gran error, el capital, el capitalismo, los capitalistas son insaciables y como estamos experimentando en estos días su voracidad no tiene límites, de forma que la única manera de defender nuestros derechos es luchar por ellos desde el primer día y la rendición sólo conduce a más explotación y peores condiciones de trabajo y de vida.

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