sábado, 6 de agosto de 2011

En el albañal de la historia


Vos el Soberano

Aníbal Delgado Fiallos

Los personajes que entregaron el país al capital bananero a comienzos del siglo XX aparecen en la historia con perfiles de traición; algunos han creído que ellos con mucho candor entendían que el acto deleznable que realizaban garantizaría a Honduras un futuro de abundancia y libertad porque las ciencias sociales no habían analizado a profundidad el fenómeno del imperialismo.

Aunque pudo haber mucho de oportunismo en la competencia por hacerse del poder y ya había voces ilustradas que alertaban sobre el significado desastroso de otorgar en generosas concesiones las mejores tierras del país, hay analistas que disminuyen la culpa por un supuesto desconocimiento de los mecanismos rapaces del joven capitalismo norteamericano.

Desconocimiento teórico o entrega deliberada, lo cierto es que a aquellos dirigentes nacionales las generaciones de hoy los ubican en el albañal de la historia: no quisieron escuchar las voces disidentes parapetados en congresos unánimes de insulsos y protegidos por pandillas armadas, barcos artillados y diplomáticos intervencionistas.

Ahora, ya cuando el pensamiento social ha logrado establecer conclusiones sobre el fenómeno de la pobreza, ningún político serio puede, sin caer en responsabilidad ética, plantear la entrega del país con el estúpido argumento de crear empleos para salvarlo de la pobreza.

La acción legislativa es más inexcusable cuando la experiencia histórica nos enseña el trágico destino de las colonias prósperas y los enclaves y cuando ya nadie duda que progreso social, independencia nacional, y democracia son categorías que es imposible que existan si no se dan todas juntas, que si falta una las demás dejan de existir en su plenitud.

Cuando se escriba la historia del actual momento nacional, aunque ya la movilización popular haya extirpado ese doloroso incordio de las ciudades modelos, aunque jamás hayan existido porque no creo que existirán, los políticos que han aprobado, sancionado y publicado la ley que las permite y que las han defendido hasta la necedad; los responsables de esta nueva entrega en plena era del conocimiento y la información, harán compañía a aquellos que Samuel Zemurray catalogaba como más baratos que una mula; en Honduras es más barato comprar una mula que un diputado, sentenciaba el magnate bananero.

En este acto de entrega, golpistas y antigolpistas se hicieron un nudo: la derecha, respetable por hacer lo que tiene que hacer, el centro oportunista y la izquierda iletrada, entonaron, cada quien con el desplante que le es propio, la composición de la indignidad.

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