lunes, 6 de junio de 2011

La hora de las decisiones


La Prensa

Por Rafael A. Delgado Elvir

El ex presidente Mel Zelaya está de regreso en el país y de acuerdo a lo manifestado por él, viene a continuar su lucha política por la Asamblea Nacional Constituyente. Su regreso ha sido posible por una extraña combinación de intereses que desde Colombia y Venezuela se articularon. En términos generales se convirtió en una negociación bastante generosa para el ex presidente, ya que facilita su regreso blindado y asegura las bases para su proyecto político que de acuerdo a algunos coincide plenamente con la agenda del actual Presidente Pepe Lobo y su grupo político.
Pese a ello, las reacciones al Acuerdo de Cartagena no se han hecho esperar de diferentes sectores. Las inquietudes surgen alrededor de lo que no aparece en el texto y que para algunos significa haber dejado en el camino algunas exigencias claves. Ecuador, aparentemente sin participación alguna en las negociaciones de Cartagena, sorprendida reacciona y ha estado recordando las exigencias originales. Otros dentro del FNRP en la misma línea, se muestran reacios a cualquier entendimiento con Lobo.

En esta coyuntura política de mucha confrontación y de propuestas de indudable trascendencia, la ciudadanía espera ante todo claridad en las propuestas. De nada servirán las agendas ocultas ni la fría movida política de los dirigentes para avanzar en sus planes. Tampoco servirán mucho las intensiones de dividir y debilitar, al viejo estilo de la politiquería nacional, que solamente contribuirán a la confrontación y al odio del cual nadie sale vencedor. Nos imaginamos entonces que al igual que los liberales de todo el país, los miembros del FNRP esperan y se merecen también una definición clara por parte de su líder. Y como se han presentado las cosas, y a juzgar por los discursos, todo indica que el próximo paso debería ser el rompimiento de Mel Zelaya con el Partido Liberal y su entrega completa a la conformación de su frente electoral. Cualquier decisión diferente estaría motivada más por el cálculo que por convicción y definitivamente que no conviene ni a uno ni a otro.

Para el Partido Liberal las cosas no están perdidas. Aunque se debe estar consciente que vivimos tiempos diferentes con un bipartidismo en declive y el surgimiento de más opciones. Podrán entonces algunos dirigentes sentirse derrotados y rogar por misericordia. Pero detrás de esta crisis se esconden valiosas oportunidades que habrá que aprovechar positivamente. Las heridas que aún no han sanado han sido el resultado de un partido que se convirtió en instrumento de caudillitos y de grupos de poder para los cuales nunca han existido intereses nacionales, sino solamente agendas particulares que se han camuflado perfectamente a la hora de la votación, en la oposición y sobre todo en el poder. Si la intención es de superar escollos, habrá entonces que sacudirse de esos vicios y de las camarillas pervertidas y acercar al Partido Liberal a lo que históricamente fue, es decir en un frente amplio a la izquierda del Partido Nacional donde tenían cabidas diferentes corrientes políticas al servicio del programa político del liberalismo social.

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