miércoles, 22 de junio de 2011

La comisión de la verdad en Honduras y las mentiras de los discípulos de Harvard

Rebelión

Por Milson Salgado

El mundo tiene sus modas en todos sus ámbitos y nadie lo puede negar . Las maxifaldas y las minifaldas a lo Mary Quant dominaron los sesenta. En los setentas, los pantalones acampanados no habían perdido su glamour ni los zapatos con tacones altos dejaban de alargar el horizonte a los hombres y mujeres de baja estatura. En los ochenta las cabelleras permanentes, las minicamisetas, los calentadores y los pantalones impuestos por el bailarín del Moon Walk.

El siglo XXI nos encuentra con un paradigma en la moda del vestir que nunca hubieran imaginado las casas de la alta costura francesa e italiana a lo largo del siglo XIX y de la post guerra. No se precisaba invertir en estampado, en alamares, corpiños y corsés, solamente es necesario inventar un logo, una marca y adherirla incluso a una camisa o pantalón raido o en mal estado para que aquella o este adquiera un gran valor en el mercado de la alta moda.

Así pareciera pasar con estos personajes contratados por la Comisión de la Verdad. Los estadounidenses Noah Feldman, quien es profesor de Leyes de Harvard y l os co-autores del informe son: David Landau, profesor asistente en la Facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Florida y Pastor Brian, Doctorando en ciencias jurídicas en la Escuela de Leyes de Harvard y profesor asociado en la Escuela Universitaria de Leyes Seton Hall.

Como en los procesos de la moda actual, estos señores de la comisión de la Verdad le quieren poner la etiqueta de la Universidad de Harvard a la suciedad de las acciones que consumaron el golpe de Estado, con la pretensión de lavarlo, y despojarlo del contexto geopolítico, con la prepotencia de la presuntuosidad académica y con la firme idea de embobarnos con ridículas y subjetivas interpretaciones que no se corresponden con la verdad jurídica incontrovertible.

Tenían que ser de Harvard y sus asépticas formas de mirar el mundo en blanco y negro, y de estudiar el derecho sin vinculación sociopolítica, con una concepción de la norma como categoría aislada del contexto social, y con una lógica de interpretación que se decanta por el conflicto intersubjetivo sin una profundización sistémica ni estructural.

Manuel Zelaya es el culpable según el informe. Y el problema estriba en la no existencia del juicio político impeachment para despacharlo legalmente en forma sumaria. Por pretender ser objetivos la subjetividad se escapa de sus poros parcializados cuando le restan lugar a la soberanía popular, y le ceden un espacio absoluto de decisiones discrecionales a los órganos de poder constituidos.

Lo más risible de sus apreciaciones, es afirmar que las fuerzas armadas tenían facultad para capturar personas e incluso al Presidente Zelaya. Si Harvard supiera de estas aberraciones, expulsaría ex post a estos malos alumnos por comprometer el prestigio del derecho público, porque no creo que la universidad, aun con sus enfoques sesgados normales, de comportar un aparato ideológico del Estado, pueda defender lo indefendible; y no permitiría que se cambiara la realidad a fuerza de logos y etiquetas académicas, si la cuartada es demasiada obvia.

La crisis económica tocó a unos profesionales del academicismo estadounidense, y por dinero resulta digerible falsear las realidades y hasta lo evidente de la normativa positiva hondureña.

Lo más alentador de todo es que la mentira se esfuma con la operación simple de leer la constitución de la República y las Leyes secundarias. Todo este circo de un informe sacado a la luz pública antes de tiempo y no en forma oficial, nos persuaden que la prisa más que maravilla lleva error, y error superlativo. Por ello, la Comisión de la Verdad nos convence que la mentira se puede comprar a trueque de marcas académicas y que los discípulos de Harvard están en subasta de liquidación.

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