miércoles, 8 de diciembre de 2010

“Wikileaks ha traspasado los cables a un cártel de diarios”


Miradas al Sur

Por Roberto Montoya

¿Es correcto otorgar a Wikileaks el calificativo de ‘subversivo’ de la comunicación, de ser de los que de un día para otro han ‘democratizado’ la información, al poner a disposición pública miles de documentos que ocultaba el gran dueño del mundo?” Quien se hace esas preguntas y muestra sus recelos frente al “fenómeno Wikileaks” es alguien que sabe de lo que habla.

Es Pascual Serrano, periodista español de 44 años, cofundador, en 1996, de Rebelión (www.rebelion. org), el sitio por excelencia de la contrainformación, el lugar alternativo en castellano más poderoso del mundo. Serrano fue durante años asesor de Telesur y ha recibido varios premios internacionales por sus numerosos libros en los que destapa con abrumadora documentación las intoxicaciones y falsedades diarias que publican los medios de comunicación españoles.

Frente al “fenómeno Wikileaks” recuerda que el grupo de Julian Assange optó en definitiva por ofrecer en exclusiva su última entrega de 250.000 documentos de la diplomacia estadounidense a cinco grandes medios tradicionales de comunicación mundial: a The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde y El País.

A Wikileaks no parece interesarle, por cierto, ningún periódico de América latina, África, Asia u Oriente Medio. “Varios días después de que las direcciones de estos periódicos los tuvieran en su poder –dice Serrano–, los ciudadanos seguimos sin poder acceder a todos los documentos. Wikileaks ha traspasado los cables a un cártel de diarios, habiendo acordado publicar simultáneamente los mismos documentos, y sólo esos documentos”.

Pascual Serrano ve preocupante que esos cinco elegidos reconozcan públicamente que tras sus reuniones con Wikileaks y sus consultas con el mismísimo Departamento de Estado, decidieran qué se publicaría y qué no se publicaría: “Unicamente serán publicados aquellos papeles que consideremos que no representan una amenaza para la seguridad de personas o de países”.

“No han estado a la altura de la transparencia que pregonan. Sólo hemos conseguido que en vez de ser Hillary Clinton la que censurara los documentos, lo hiciera, en el caso de los países de habla hispana, un grupo de inversores de Wall Street, como los que están ahora detrás de El País”, dice Serrano. “Estados Unidos no sale mal parado en esos cables curiosamente, sólo algunas cosas aisladas y mucho chismerío, pero a través de la boca de sus embajadores son otros los que salen mal parados. Y lo terrible es que haya gente que puede asumir como válido lo que dicen esos cables, sean sobre Cristina Fernández o sobre el posible cáncer de nariz de Evo Morales. Si alguien del gobierno de Estados Unidos hubiera comentado eso de Evo no lo hubiéramos creído, pero ahora lo dicen documentos filtrados por Wikileaks y sí se cree”.

Pascual Serrano no es partidario de ideas conspirativas, pero dice que tampoco se puede ser ingenuo frente al curioso “fenómeno Wikileaks”. A Serrano tuvimos que entrevistarlo por teléfono, porque desde que salió a la venta hace un mes su último libro, Traficantes de información, la historia oculta de los grupos de comunicación españoles, no dejar de recorrer España haciendo presentaciones. Es un libro que algunas editoriales no se atrevieron a publicar. Incluso aquella con la cual firmó un contrato decidió a último momento, al ver el producto, pagarle lo convenido pero no publicárselo. Ramón Akal sí se lo editó y ya salió su segunda edición. Pocos como Akal se atreven a publicar o reseñar un libro que no deja títere con cabeza, que se atreve a revelar, con exhaustiva documentación en la mano, quiénes son los que están detrás de todos los grandes medios de comunicación españoles, sus orígenes, sus vinculaciones con el franquismo, su cambio de camiseta con la llegada de la democracia, sus accionistas, sus alianzas económicas y políticas, sus historias ocultas.

Y prácticamente ningún medio se atreve a sacar una reseña del libro, porque todos los grupos sin excepción, sean del signo ideológico que fueren, pasan bajo la lupa del periodista.
Serrano cree que si los ciudadanos tuvieran acceso a esa información “se darían cuenta de que la honradez y objetividad de tal o cual periodista cuentan poco frente a esos poderosos emporios económicos”. El periodista y escritor dice que “los periodistas en definitiva son como albañiles que construyen una casa, pero obedecen órdenes de un capataz, de un arquitecto y de un empresario”.

Para Serrano, el hecho de que los grandes medios de comunicación españoles estén controlados por los mismos grandes bancos y multinacionales que tienen una fuerte presencia en América latina explica que ellos utilicen a esos medios para caricaturizar, falsear y atacar agresivamente a todos aquellos gobiernos progresistas de la región cuando toman medidas que afectan sus intereses, sea nacionalizando sus recursos naturales o rompiendo cualquier regla de juego de la que se hubieran estado beneficiando durante décadas. “Para los grandes bancos y empresas españolas, América latina es un importante caladero y si algo altera sus planes utilizan como chantaje la artillería de sus medios”.

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