miércoles, 1 de diciembre de 2010

La campanada de Wikileaks para la Resistencia en Honduras

Vos El Soberano
Por Tomás Andino Mencia

La filtración de documentos secretos por parte del sitio Wikileaks constituye hoy un terremoto político-diplomático en todo el mundo. La reacción norteamericana, encolerizada por las revelaciones, no solo no ha podido evitar su difusión sino que implícitamente reconoce la legitimidad de los documentos difundidos.
Pero la verdadera dimensión de los documentos recopilados por ese extraordinario sitio no llegara fácilmente a conocimiento del gran público, porque hoy corren la suerte de ser parcialmente censurados por algunos de los más importantes medios de prensa internacionales, como El País, Der Spiegel, New York Times,  entre otros, a los que el propietario de Wikileak confió su base de datos antes de que su sitio fuera inhabilitado por un ataque cibernético de los Estados Unidos.

No es desconocido que todos esos periódicos son de derecha y que ya han comenzado a aclarar que se reservan el derecho de dar a conocer muchos documentos por razones de “seguridad”. Es decir que, salvo que el sitio Wikileaks encuentre otra manera de hacerlos llegar a todo el mundo, tal vez nunca lleguemos a conocer los detalles más comprometedores de las actuaciones del imperio. De esa manera las transnacionales de la información nos mantendrán contentos con cuestiones que ya sabíamos o que suponíamos, o con detalles que nos entretienen a costa del ridículo de la Casa Blanca.

No dudo que la potencia más poderosa del mundo, cuyo Congreso ahora es dominado por el Partido Republicano, harán lo imposible por comprar o chantajear a quien sea para impedir que la parte más peligrosa de su nefasta política exterior salga a luz, o influenciar en la medida de lo posible, para que se haga público solo aquello que ayude a ciertos cambios en la política exterior de la ultraderecha norteamericana o, en ultimo caso, lo que no afecte severamente su política exterior.

Aunque las revelaciones apenas han comenzado a salir, y otros paquetes de información están pendientes, la inquietante posibilidad de que se nos esté dando solo lo “conveniente” o lo que resulta divertido a la prensa amarillista, nos obliga a hacer una reflexión sobre el documento que ha salido a luz sobre el Golpe de Estado en Honduras.


¿A quiénes sirve más lo poco que se ha revelado sobre Honduras?

Lo primero que llama la atención es que solo se ha dado a conocer una (1) carta de más de 251,000 documentos, sobre el más importante acontecimiento político ocurrido en Latinoamérica en el segundo semestre del año 2009. Es increíble pensar que no exista mas documentación recopilada por Wikileak, seguramente comprometedora, en una época en que el Golpe movilizo durante varios meses a decenas de funcionarios de alto nivel de los Estados Unidos y la OEA a Honduras, y cuando hubo mucha comunicación de relevancia entre el Embajador Llorens y sus Jefes en el Departamento de Estado, siendo uno de los pocos –sino el único- embajador que se quedo en el país en esos días.

Mientras no salga a la luz del sol mas información clasificada, mi hipótesis es que está siendo filtrada al publico solo aquella información que conviene a la salida política que trata de promover el Departamento de Estado en el caso de Honduras, tras haber tenido al menos una semana para prepararse y para preparar a sus aliados, lo cual puede explicar la forma casi relajada en que la prensa nacional la ha dado a conocer.

¿En qué sentido?  Evidentemente la revelada carta dice algo que ya sabíamos y lo que desde el principio ha manejado casi todo el mundo: que hubo un Golpe de Estado en Honduras. Por supuesto que, proviniendo del embajador imperial, Hugo Llorens, ese testimonio –que se suma al que hace unos meses dieron Pepe Lobo y Ortez Colindres—refuerza la tesis de la Resistencia de que en Honduras hubo ruptura del orden constitucional, pero no añade algo novedoso a lo ya dicho sobre el tema.

Sin embargo, lo “nuevo” de la misma es que el imperio aparece refutando los argumentos legales de los ejecutores del Golpe y, en consecuencia, aparece como “contrario” al Golpe de Estado; y, por otro lado, aparece descargando la responsabilidad de los hechos del 28 de junio en la cúpula militar y política que lo llevo a cabo, contradiciendo la acusación hecha por el Presidente Mel a los Estados Unidos de ser el autor intelectual de dicho Golpe.

En ese sentido, esta información parcial le sirve al imperio para sacar ventaja del infortunio. Con la misma intentara matar dos pajaros de un tiro: 1) lavarse la cara de su responsabilidad en el Golpe y, 2) reforzara su presión sobre los golpistas recalcitrantes que se oponen a una salida negociada con Mel que le permita a este retornar al país para ayudar al bipartidismo a salir de su crisis, como he demostrado en mi reciente ensayo.

Culpar de todo a los ejecutores del golpe le viene como anillo al dedo para sacrificar a más de un chivo expiatorio y chantajear a los “blancos” que aun se resisten a aceptar la salida política que pueda implicar el retorno controlado de Mel a Honduras. En esa vía, este documento sirve para poner en la picota a la Corte Suprema de Justicia, al Fiscal General y al Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, que como es de publico dominio son las "cabezas de chorlito" que obstaculizan esa salida.

Así que mucho ojo con esa maniobra.


Lo que no se dice y lo que se hizo

No obstante lo anterior, al leerla queda claro que la Embajada de los Estados Unidos en Honduras critica solamente el procedimiento ilegal utilizado por los golpistas, lo cual no demuestra que el imperio no estuviera de acuerdo con la salida del Presidente Zelaya, ni indica que no supiera que ese hecho iba a ocurrir.

Afortunadamente la Resistencia cuenta con testimonios como el del ex diputado Roland Valenzuela, quien, al precio de su propia vida, revelo en abril de este año que el Embajador Llorens estuvo al tanto por lo menos 18 días antes del Golpe y que en lugar de detenerlo, dejo el agua correr.

Mas bien, la conducta posterior del  gobierno de Obama, reanudando la ayuda económica y militar inicialmente suspendida y haciéndose el desentendido de las innumerables violaciones a los derechos humanos contra miles de personas, las que no menciona para nada en la carta, muestra que la salida de Mel y la brutal represión contra el Pueblo, no solo no fueron mal vistas por el imperio, sino que fueron aprovechadas porque eso conviene a sus intereses estratégicos en el continente, en contra del avance de la ALBA.

En tal sentido, más revelador de lo que dice, es lo que no dice, y además lo que el Departamento de Estado hizo después de conocerla.


La campanada: ¿Vamos por buen camino?

Indudablemente este documento debiera ayudar a neutralizar el lobby del Departamento de Estado gringo de cara a la próxima Asamblea de la OEA, al saberse, según la versión de su mismo Embajador, que el régimen que hoy apoya con ayuda económica y militar surgió de un proceso electoral administrado por una dictadura golpista, y por tanto carece de legitimidad. Ayuda a sustentar que la salida a la actual situación que vive Honduras no puede ser un nuevo proceso electoral regular (léase farsa), sino la convocatoria a elecciones a una Asamblea Nacional Constituyente originaria, incluyente y popular.

En ese sentido, la revelación constituye un verdadero reto para el Frente Nacional de Resistencia Popular, cuya conducción puede y debe aprovecharla para redoblar su esfuerzo de cabildeo internacional a efecto de profundizar el aislamiento del régimen de turno. Mel, por su parte, ya comenzó a hacer lo propio en el sentido correcto.

Pero independientemente de su utilidad inmediata, este hecho es una campanada que nos debe hacer reflexionar si como Resistencia vamos por buen camino:

¿Quien puede sostener después de esta revelación que la Resistencia debe someterse obedientemente a la farsa electoral a que nos convocan los golpistas para 2013?

¿No sería más consecuente plantear que la próxima elección debe ser a una Constituyente originaria y que para ello deben salir ya los golpistas del Poder?
Los hechos no permiten a nadie engañarse.

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