martes, 24 de agosto de 2010

Violencia armada, oligarquía y resistencia


Vos el soberano

Oscar Amaya Armijo

Fidel Castro dijo, recientemente, que la lucha armada, en cualquier parte del planeta, es un anacronismo, que no conduce a la solución de los problemas económicos sociales y políticos de los pueblos.

Esta aseveración se comparte plenamente, pero en Honduras no se aplica, pues quien lleva la iniciativa en la ejecución de la lucha armada y sucia es la oligarquía por la interpósita mano represiva del ejército y la policía.

Aquí no es el pueblo conducido por  el Frente Nacional de Resistencia  Popular (FNRP) quien organiza y ejecuta la lucha armada, pues este organismo en reiteradas ocasiones ha manifestado sus intenciones de tomar el poder político de la nación por la vía pacífica.

La oligarquía es la única que está armada hasta los dientes y exhibe su canibalismo mediante la brutalidad represiva que manifiestan sus brazos armados: el ejército, la policía y los escuadrones de la muerte.

Este accionar se manifiesta en los constantes ataques armados lanzados contra la militancia del Frente de resistencia Popular, quien no responde a los ataques por no tener en su interior una estrategia y táctica que responda militarmente a las agresiones. El FNRP no tiene brazos armados y por tanto la lucha se torna desigual, cayendo sus miembros en la indefensión total.

Una prueba de lo que se afirma, es que se contabilizan por millares los golpeados, los torturados y desaparecidos. Asimismo más de 500 militantes de la resistencia son los asesinados hasta ahora, y ya surgen, en la misma dirección, las fosas repletas de cadáveres al buen estilo colombiano.

Una de las tácticas brutales aplicadas por los brazos armados de la oligarquía es atacar  masivamente, a golpes de toletes, gas pimienta y otros gases venenosos, a los militantes de la resistencia en las marchas, emulando a los israelitas de la Franja de Gaza. Entretanto, los escuadrones de la muerte, apoyados por la policía política del régimen de Pepe Lobo, ejecutan sumarialmente a dirigentes intermedios del FNRP, seleccionados con calculada y alevosa anticipación.

Hasta ahora, pues, quien  ha puesto el martirologio es la Resistencia, pero tal como se desarrollan los acontecimientos, más temprano que tarde, las contradicciones entre las clases sociales en contienda se agudizarán; entonces, la sangría tocará  al más seguro fortín de las familias oligarcas. Sera la época en que la muerte se globalizará en el entramado de la sociedad hondureña y nadie  podrá evitar la debacle, ni los mismos gringos, pues ellos también son emisarios de la violencia sin par.

Otro elemento subjetivo que galvaniza este momento peligroso de la historia hondureña, es que el pensamiento de los miembros más conspicuos  de la oligarquía se quedó congelado en los entretelones del Medievo, lo que no le permite generar una lectura moderna de los conflictos políticos- sociales actuales y sus soluciones por la vía de los arreglos y las alianzas entre los bloques de clases que configuran la estructura social de los hondureños.

Es tan pobre, creativamente hablando, esta oligarquía, que ni siquiera emuló a sus pares latinoamericanos en lo que se refiere a la modernización de las fuerzas productivas; ella vive de las canonjías y protecciones del Estado y de la tala del bosque; no hubo en realidad un potente grupo de burgueses que desarrollarán industrialmente a Honduras, pues las maquilas y demás rubros pertenecen al capital extranjero. La oligarquía Hondureña no es más que una rémora del imperio norteamericano, son sus mandaderos y peones  de la peor ralea.

Esto explica diáfanamente el comportamiento ultra represivo de la oligarquía frente a los movimientos sociales, a tal grado que tienen como referente político ideológico a Concepción Alonso, cantante y actriz de lo más bajo de la gusanera cubano venezolana, radicada en Miami.

De aquí que las tesis del Comandante Fidel Castro de negar la violencia armada, como recurso para la solución de los conflictos sociales y políticos, al menos aquí, en Honduras, sería una utopía más, en virtud de que aquí aún vive una de las oligarquías más retrógradas del planeta, partidaria de la violencia ciega y brutal por conservar hasta el más simple céntimo de sus cuantiosas fortunas.

La oligarquía prefiere la violencia armada porque pacíficamente qué tiempos el Frente Nacional de Resistencia le ganó todas las batallas.

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